Las fuertes lluvias, viento extremo y tormentas eléctricas han generado deslizamientos de tierras que complican la vida en los campamentos de refugiados rohingyás en Bangladesh.
Naciones Unidas ya habla de 9000 personas afectadas por el temporal climático, pero como la temporada de monzones recién comienza, el número ascenderá.
La Organización Internacional para las Migraciones es la que coordina estos campamentos que albergan a la minoría musulmana rohingyá que ha debido huir de la persecución étnica y religiosa que sufren en su país de origen, Myanmar, de mayoría budista.
Los Monzones causan muertes todos los años cuando azotan las costas de Bangladesh y la India, fundamentalmente.
“La situación en los campamentos se está volviendo más desesperada con cada gota de lluvia que cae”, dijo Manuel Pereira, coordinador de emergencias de la OIM en Cox’s Bazar, el distrito en el sudeste de Bangladesh donde se asentaron los refugiados.
“Hay cerca de un millón de personas que viven en terrenos montañosos y fangosos, sin árboles o arbustos para mantener el terreno en su lugar. Las personas y sus refugios improvisados están siendo arrastrados por las lluvias”, recalcó Pereira a la agencia de noticias de la ONU.
La semana pasada el gobierno de Myanmar firmó un compromiso con agencias de Naciones Unidas que deberían facilitar el retorno de cientos de rohingyás que debieron escapar de las masacres de las que eran objeto.