Las cifras de accidentes ligados a transeúntes ya superan este año a las registradas durante 2021 y 2020.
El número de accidentes de tránsito por atropellamiento ha incrementado exponencialmente en lo que va del 2022, debido al deplorable estado de las veredas en la capital ecuatoriana, a la falta de controles que fomenten un uso adecuado de las aceras, donde vendedores ambulantes, extensiones de los locales comerciales y los automotores parqueados copan todo el espacio, obligando al peatón a bajar a la calle.
La Agencia Metropolitana de Tránsito ha reportado 128 personas atropelladas solo en los cuatro meses de este año, mientras que en el 2021 esta cifra alcanzó las 77 personas afectadas, un porcentaje aún mayor en referencia al 2020, donde 126 peatones resultaron heridos.
Por otro lado, a nivel mundial, 1.35 millones de personas pierden la vida en las vías cada año y hasta 50 millones más resultan heridas a causa del tráfico vehicular, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de que este tipo de siniestros en calles, avenidas y carreteras es el principal motivo de muerte violenta en jóvenes de 18 a 29 años en todo el mundo.
Karina Gallegos, vicepresidenta de la Asociación de Peatones de Quito, no está de acuerdo con dichas cifras ya que considera que existe un subregistro por lo que afirma que los números reales son superiores.
Gallegos dice que en la capital no hay una planificación ni una visión clara de las necesidades del peatón ya que los siniestros en su mayoría son provocados por la impericia del conductor.
Así, la velocidad excesiva a la que conducen los automotores ocasiona el 85% de muerte de peatones y ciclistas. De acuerdo con el informe de la Iniciativa Bloomberg de Seguridad Vial Global, al ir a 60 km conduciendo en un vehículo que impacta contra un transeúnte, la persona atropellada tiene un alto riesgo de muerte; mientras que, al transitar a 40 km, el auto mayormente logra frenar a tiempo y minimizar el daño.
Finalmente, Gallegos explica que al exceso de velocidad, se le debe sumar la falta de mantenimiento de las veredas, que perjudica a los transeúntes y los obliga a caminar por la calle, volviéndolos más vulnerables frente a los vehículos que no respetan al peatón. Por lo que sentencia que es necesaria una mayor implicación por parte de las autoridades para implementar acciones coordinadas que contemplen todos los factores de riesgo que están incrementando las cifras anuales de atropellamientos y accidentes ligados a los transeúntes.
Redacción Ángel Cóndor