El certamen patriarcal y cosificador por excelencia, la elección de Misses, se convirtió en Perú en un hecho reivindicativo y de denuncia de los feminicidios y la violencia contra la mujer.
“Mis medidas son: Más del 25% de niñas y adolescentes son abusadas en su centro educativo”, fueron las palabras de una de las candidatas, la siguiente señalaba que sus medidas eran los “300 feminicidios ocurridos en el país”.
Miss Perú 2017 fue inédito. “Mis medidas son el 19% de niñas de 0 a 5 años son abusadas sexualmente por su padres”, dijo otra de las candidatas y así se sucedieron las 23 participantes del certamen, que enumeraron y dieron visibilidad a una violencia brutal que sufre Perú (el país más violento contra las mujeres de Latinoamérica) y permitió además de exhibir mujeres en trajes de baño, también asociar esas prácticas con la cosificación y el machismo que asesina y abusa de las mujeres, niñas y adolescentes.
“Soy Diana Rengifo, de Ucayali, y más de 300 mujeres en mi departamento son agredidas física y psicológicamente”, dijo una de las participantes en la ceremonia que se llevaba a cabo en el Teatro Municipal de Lima.
Jessica Newton, organizadora del evento, resaltó la importancia de denunciar los actos de la violencia, y defendió la libertad de la mujer de tomar decisiones y elegir. ¿Es posible dotar de otro sentido y significado a este tipo de eventos tan contradictorios con las premisas del feminismo? En todo caso, la apuesta de los organizadores de Miss Perú 2017 no deja a nadie indiferente.