Editorial de Radio Pichincha
Según cifras del Comité de Crisis, difundidas por el general de Policía y ex ministro del Interior, Patricio Carrillo en una reunión del consejo de generales de esa institución, el 92% de la población ecuatoriana rechaza el trabajo de los gendarmes, el 84% critica la gestión de la institución, y el 77% dice que en la Policía hay complicidad con el femicidio de María Belén Bernal.
El 92% no es una cifra menor. Al contrario, como nunca antes, la Policía ha recibido una calificación tan negativa. Y esa es la muestra de por qué muchos pedían la renuncia de Carrillo. Ningún funcionario, en ninguna parte del mundo podría seguir en el cargo con esas cifras. Claro, estamos en Ecuador y hay dos mandatarios que con cifras casi iguales se aferraron en el cargo: el predecesor de Guillermo Lasso y él mismo, el actual presidente.
En dicha reunión del consejo de generales, Carrillo ha dicho cosas que explican su salida, pero también develan cosas muy graves que con su dimisión tampoco se van a resolver. Por ejemplo: ¿Por qué dice el ex ministro que hay un oficial considerado narcogeneral y que no presenta su renuncia? ¿Por qué hay mandos con fortunas? ¿Por qué hay un grupo de capitanes que no ascendió por delitos de violencia intrafamiliar?
Si algo está claro, tras todo lo ocurrido la semana pasada es que Carrillo se fue, no por voluntad de Lasso, no porque sea una medida de saneamiento, sino porque hay una presión social que pudo arrastrar al propio Presidente. Carrillo lo dice en ese consejo de generales. Por tanto, se tuvo que sacrificar el pobre. Y por eso salen los periodistas oficialistas a agradecerle, a echarle loas y salvas como héroe.
¿Pero ahora qué viene? El nuevo ministro del Interior tiene una sola tarea por delante, en boca de Carrillo: “Crear una comunidad digital para limpiar la imagen de la Policía”. Porque según él no son los grandes medios los que presionaron, sino las redes sociales. ¡Así mismito! Tal cual lo describió este domingo el periodista oficialista Roberto Aguilar, como si le hubiesen pasado la matriz para su editorial. Tal cual lo detalla la ex ministra María Paula Romo en el portal oficialista La República.
Es decir, el ministro Zapata viene a tapar el destape de Carrillo. O, al menos, a lavar la imagen con estrategias de marketing, pues de no hacerlo no solo corre peligro su propio y flamante cargo, sino lo que ya se percibe: la salida del señor Lasso. Y no es que lo dicen los correístas, como nos quieren hacer creer los de la mafia mediática. No, son los emisarios de cierta embajada que ya no saben cómo justificar que organismos como la CIDH presionan, medios aliados de la derecha como la CNN acusan, empresarios y petroleros miran que sus negocios se caen… Y, por si fuera poco, la economía del país se va a pique con un gobierno inoperante que ya ni siquiera genera confianza en los inversionistas extranjeros, en los multilaterales y mucho menos en el gobierno de esa embajada que imponía y ponía ministros y acuerdos con el FMI.
Señor Lasso, lo de la Policía no es menor, si no tiene idea qué hacer, al menos copie lo bueno que se hizo en otros gobiernos y deje de aferrarse al cargo sin saber qué hacer con tantas minas por todas partes, porque mientras hace gala de marketing, este fin de semana los asesinatos violentos y los robos no han parado. PUNTO.