El escarnio público sacudió al partido más votado de España, el Partido Popular, atravesado por una estructura de corrupción de niveles inéditos en este planeta. La oposición, por fin, decidió sacarse de encima al presidente Mariano Rajoy.
La moción de censura fue presentada por el otro partido que gobernó España desde la vuelta de la democracia en los años setenta, el Partido Socialista Obrero Español, quien colocó a Pedro Sánchez como nuevo presidente del gobierno.
Los apoyos para la destitución se alcanzaron en el Congreso de los Diputados con la participación de los socialistas, Podemos y aliados y también del Partido Nacionalista Vasco y de los nacionalistas catalanes Esquerra Republicana y el Partido Demócrata Europeo Catalán.
Con 179 votos de 350 posibles, Rajoy se encontró puesto en la calle pese al apoyo de sus partidarios y de los del joven partido Ciudadanos, más a la derecha todavía que el PP.
“Aceptaré como demócrata el resultado de la votación pero no puedo compartir lo que se ha hecho”, declaró el ya expresidente Rajoy, con 63 años y el caso más sonado de corrupción de la historia europea.
Sánchez deberá convocar nuevas elecciones, ya que gobernar con apenas 84 diputados es casi imposible, pero antes deberá conformar un nuevo gabinete. 46 años tiene el líder de los socialistas que hace algunos años había despertado cierta esperanza como renovación del histórico partido, pero el acatamiento a las propuestas del PP y los planes de ajuste de la Unión Europea fueron quitándole lustre.