En la jornada de ayer millones de kurdos votaron en el norte de Irak para mostrar su intención de ser una nación independiente. Pese a las celebraciones y la alegría del pueblo kurdo, los países donde habitan se mostraron contrarios a sus intenciones independentistas y amenazan con represalias.
Si bien no hay un resultado de las elecciones, ni se sabe cuándo se conocerán, se descarta que la victoria del sí será contundente ya que la participación fue del 78 % del padrón electoral, que incluyó también otras minorías que viven en el lugar, como los yazidíes.
Además de Irán, que expresó su desagrado por el referéndum, al que calificaron como una “desestabilización” para los procesos pacificadores que viven tanto Siria, como Irak, Turquía también cerró las fronteras con el territorio kurdo y amenazaron con cortar el circuito de exportación de petróleo del norte iraquí, reclamado por el pueblo kurdo que tiene el 10 % de las reservas de hidrocarburos de Irak.
De hecho, fuerzas militares iraquíes se pusieron a disposición del gobierno para atacar a los kurdos y evitar que se queden con parte del territorio. Tanto Turquía, como Irán e Irak consideran que los kurdos aprovecharon la lucha contra el Estado Islámico para imponerse en un amplio sector hoy considerado semiautónomo.
Pero Kurdistán molesta incluso lejos de sus fronteras. Estados Unidos rechazó que Irak sea dividido e incluso el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, manifestó su temor de un efecto desestabilizador en una región ya de por sí inestable.