Con 12 tipos de bosques, algunos prístinos y vírgenes, cuatro clasificaciones climáticas y un paisaje productivo diverso, con 6 reservas de bosques, desde Tandayapa hasta Puerto Quito, Pichincha tiene un legado que cuidar: La Reserva de biósfera del Chocó Andino, que cumple un año desde su Declaratoria como tal. Tiene una extensión de 286.805,534 hectáreas, lo que representa el 30.31% del territorio de la provincia, entre las alturas de 360 y 4.480 metros sobre el nivel del mar.
El Consejo Internacional de Coordinación del Programa sobre el Hombre y la Biosfera (Programa MAB), en su 30a. sesión, desarrollada en Palembang, Indonesia, aprobó la candidatura de Chocó Andino de Pichincha como séptima reserva de biosfera de Ecuador. Con las designaciones de ese año, la Red Mundial de Reservas de Biosfera pasó a contar con 686 sitios en 122 países, incluyendo 20 sitios transfronterizos (uno de los cuales es la Reserva de Biosfera Transfronteriza Bosques de Paz, en Ecuador y Perú).
Este reconocimiento internacional fue liderado por el Gobierno Autónomo Descentralizado de la Provincia de Pichincha (GADPP), entidad que trabaja por construir un modelo de gobernanza integrador, participativo y articulado, que permita gestionar las problemáticas multidimensionales que afectan al territorio y que son de competencia provincial. La declaratoria constituye una herramienta amplia para fortalecer la participación local, atraer la inversión, la cooperación internacional y el ecoturismo al Chocó.
Maquipucuna es una de las fundaciones que estuvieron involucradas en el proceso para la Declaratoria de Reserva de Biósfera para el Chocó Andino. Su cofundadora y presidenta ejecutiva, Rebeca Justicia, aseguró que fue la comunidad la que pidió que esta área fuera reconocida como tal, luego de que, en un principio, los agricultores y ganaderos pensaran que ésta acción significaría que se iban a quedar sin tierras para trabajar.
Uno de los ejemplos de participación de las comunidades se refleja en la Mancomunidad del Chocó Andino. Un espacio de gobernanza territorial intermedio entre el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito y seis Gobiernos locales (Calacalí, Nono, Nanegalito, Nanegal, Gualea y Pacto) que se encuentran dentro de la reserva.
La articulación entre gobiernos del mismo nivel a través de la conformación de Mancomunidades es promovida y regulada por distintos instrumentos legales de la legislación nacional, con el fin de favorecer la gestión territorial solidaria, equitativa y sustentable.
La Constitución del Ecuador ha consagrado como uno de los derechos fundamentales del Estado “(Art. 3) promover el desarrollo equitativo y solidario de todo el territorio, mediante el fortalecimiento del proceso de autonomías y descentralización”.
El Código Orgánico de Organización Territorial Autonomía y Descentralización (COOTAD), establece en su artículo 285 que “los gobiernos autónomos descentralizados (…) podrán formar mancomunidades entre sí, con la finalidad de mejorar la gestión de sus competencias y favorecer sus procesos de integración…”
Este mismo cuerpo legal, en sus artículos 287 a 293 regula los procedimientos a seguir para la conformación de mancomunidades y consorcios. Dentro de este marco regulatorio, los GADs de Nono, Calacalí, Nanegal, Gualea, Nanegalito y Pacto, suscriben el convenio de creación de la Mancomunidad del Chocó Andino del Noroccidente de Quito estableciendo como objetivo común “consolidar la Bio – región del Chocó Andino del Noroccidente de Quito como un territorio productivo, sustentable y biodiverso”
Los bosques del Chocó, cuyas hectáreas son capaces de absorber 250 toneladas de carbono, brindan servicios ecosistémicos que garantizan el hábitat y la vida de la provincia, principalmente, a ciudades como Quito, Los Bancos y Pedro Vicente Maldonado, pues son la fuente de agua potable, para riego productivo y generación de energía eléctrica.
Beneficia directamente a 1’650 mil habitantes, es el hogar de poblaciones como Mindo, Los Bancos, Pedro Vicente Maldonado, Nono, Lloa, Nanegal, Nanegalito, Pacto, Gualea, Calacalí, Minas y limita con el área metropolitana de Quito.
Por cada hectárea de bosque existen alrededor de 300 especies diferentes de árboles. Estos bosques protegen a 400.000 personas del riesgo de aluviones y movimientos masivos de tierra. De su existencia dependen actividades turísticas productivas y ganaderas.
Son 30 especies las que están presentes en el Chocó Andino. Olingos, tigrillos, raposas rojiblancas, venados y ojos de anteojos, son algunas de ellas. 214 variedades de mamíferos que cuentan con 989 registros y 2.814 registros de aves que se alimentan y crecen en él. En las 286 mil hectáreas que cubre, se cosechan alimentos y abastece de toda clase de frutas, los pobladores se benefician de la producción de su aromático cacao o de su café de altura.
Acoge el 78.4% del total de especies vegetales del Ecuador, el 2.5% es flora endémica de la cual 76 tipos están en la lista de especies en peligro de extinción, posee 1.960 especies de plantas y se adorna con un centenar de variedades de orquídeas. Tiene historia expresada en el legado de los ancestrales Yumbos, con 320 sitios arqueológicos y sus extraordinarias ruinas místicas de Tulipe.
El Chocó Andino de Pichincha es una joya de valor incalculable por su megabiodiversidad que puede compararse con el Yasuní (también Reserva de Biósfera) aún cuando en su territorio habitan más de 600 comunidades. Es un espacio donde el ser humano y la naturaleza coexisten; un tipo de ecosistema que en el Ecuador conserva menos del 13% de su distribución original por lo que su conservación es de interés mundial.
Amenazas:
En los últimos años la minería ha sido una amenaza latente en las 286.000 hectáreas del Chocó Andino de Pichincha. Para presentar la propuesta, en octubre del 2017, las organizaciones e instituciones pidieron al Ministerio de Minas y al de Ambiente que derogaran las concesiones mineras dentro de la zona que se proponía proteger. De acuerdo al MAE, se suprimieron ocho concesiones mineras en las zonas núcleo. Sin embargo, según el GADPP, en enero del 2018, 19 zonas estaban amenazadas por concesiones.
Rebeca Justicia aseveró que dichas concesiones están dentro de las zonas de amortiguamiento o transición donde todavía los bosques están conservados y existen áreas que pueden ser restauradas. En estas zonas existe la mayor parte de la población que vive y trabaja en producción agrícola y ganadera. Según la cofundadora de Maquipucuna, si estas zonas fueran dedicadas a la minería, impactaría a la población local y la provisión de alimento y agua para Quito.
Además, en las áreas de amortiguamiento se encuentran también tres Áreas de Conservación y Uso Sustentable (Mashpi, Pachijal y Yunguilla). Sin embargo, según Jorge Ellis, representante de la UNESCO, la “minería responsable” es un principio compatible en las zonas de transición dentro de una Reserva de Biósfera.
La expansión agropecuaria, la cacería y la deforestación también son otras amenazas que persisten en el sector. “Yo veo todos los días que talan en los bosques protectores y nadie hace nada”, denunció Santiago Molina, investigador de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), quien también indicó que los dueños de las fincas deforestan dentro de su tierra porque quieren introducir más ganado.
Johanna Proaño