Los reclamos en Nicaragua persisten, incluso con disturbios y altercados, aunque la tensión ha disminuido con el comienzo de los diálogos entre los representantes de los diversos sectores sociales que se manifiestan y el gobierno nacional.
“Con toda la seriedad, responsabilidad y la mejor voluntad que caracteriza a nuestro presidente (Daniel Ortega) y a todo nuestro gobierno seguimos dialogando y comprometidos con la ruta de paz que el diálogo nos traza”, dijo la vicepresidente Rosario Murillo al momento de dar por iniciadas las conversaciones.
Las buenas intenciones y el voluntarismo son un buen punto de partida, pero para conseguir pacificar el país, será necesario dar pasos concretos y más firmes para reducir la burocratización y mejorar la justicia social.
Nicaragua ya no es más un país atrasado que acepta su destino, la revolución sandinista devolvió la dignidad a su pueblo y ahora las esperanzas y metas de la población han evolucionado.
Para Murillo lo fundamental es ponerle punto final a la violencia en las calles y aseguró que tanto el gobierno, como organismos internacionales están trabajando para que ninguna de las muertes ocurridas durante las últimas semanas de protestas quede impune.
Tras un mes de movilizaciones la Iglesia Católica ha ofrecido el marco para que el diálogo nacional se concrete entre el presidente Daniel Ortega y representantes del arco político y social, descontentos.