Las noticias de Colombia nos estremecen, nos acongojan. Cada semana tenemos que hablar de nuevas víctimas de la Paz colombiana. Porque lo que antes mataba la guerra, ahora lo mata la incapacidad del gobierno de Juan Manuel Santos para hacer cumplir los acuerdos de paz que firmara en La Habana con las FARC-EP.
No quiero sumirme en la desesperanza, pero ayer la ex organización insurgente, la Farc, comunicó que seis excombatientes de su armada fueron asesinados el domingo en Isupí, en Nariño. En el mismo comunicado, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común aseguró que los asesinatos no fueron cometidos por “disidentes” de la propia organización.
“Alzamos nuestra voz de rechazo ante hechos macabros como el sucedido en San José de Tapaje, en la localidad de Isupí el pasado domingo 15 de octubre”, dice el texto y agrega que se había alertado a las autoridades de la posibilidad de estos ataques.
De esta manera se desmintieron las primeras versiones que circularon sobre los hechos, en los que se presentaban los asesinatos como un enfrentamiento entre fuerzas enemistadas de la misma organización.
El asesinato de estos seis excombatientes, se suma a la reciente masacre de campesinos en Tumaco por parte de la Policía Antinarcóticos, por lo que el partido FARC señaló que el Gobierno colombiano debe hacer todo lo necesario para cumplir con el acuerdo de paz.