Editorial de Radio Pichincha
El día 19 de octubre, GUILLERMO LASSO firmó un decreto reformatorio al reglamento de la Ley de contratación pública. Ahí decidió que el Ministerio de Salud pagará el precio referencial determinando por el Servicio de Compras Públicas por los medicamentos.
Por supuesto, hicieron de eso un alarde sin límites, casi como si ocurriese una revolución en la salud pública, pero es todo FALSO y bien CAMUFLADO, como ya nos han acostumbrado desde el 24 de mayo de 2021. Así como esa oferta de llevar niños al Mundial de Catar y resulta que ha sido una broma que se le chispoteó a PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR. Así como cuando dijo que destituiría a los generales de la Policía por el femicidio contra María Belén Bernal y luego dijo que habría que respetar los procesos internos de esa institución.
Según el experto Carlos Durán, ese precio referencial de las medicinas es FICTICIO: “El precio referencial no es más que un precio techo ficticio determinado por SERCOP previo a un proceso de subasta inversa, principal mecanismo de adquisición de medicamentos en Ecuador. El reglamento dice, además, que sobre el precio referencial se pagarán gastos de gestión.”. Así nomás, como si nada, de nuevo.
Es decir, según Durán: “El Estado admite que, a pesar de que puede adquirir un medicamento 48% más barato (versus su precio referencial), adquirirá exactamente el mismo medicamento ¡48% más caro! Extraño, por decir lo menos”.
Siendo así, uno entiende por qué pusieron ciertas cadenas de farmacias mucha plata en la campaña electoral o un Vicepresidente en el cargo, donde parece que no hace nada, pero parece que sí, que está ocupado en estas tareas que le hacen un enorme favor a sus amigos y socios. ¿Habrá cómo consultar eso directamente al Vicepresidente cuando vuelva de Catar? ¿O el mandatario que se queda (si es que se queda y no va a Disney) dirá a la ciudadanía por qué van a subir los precios de las medicinas y que no se van a distribuir en los hospitales públicos?
Nos creen ilusos, de verdad. Camuflan con resoluciones, decretos o disposiciones ministeriales para ocultar los negocios sustanciosos y bien engrasados en la enmarañada red de legalismos, tal como lo hicieron en los 90 los neoliberales de entonces.
Y, claro, se trata de que la gente se abrume, se desanime, no tenga ya ninguna esperanza. Luego de eso, con toda desfachatez, propondrán privatizarlo todo, porque el Estado es incapaz, dirán.
Sin embargo, también duele que, si en los 90 hubo actos como estos, las centrales sindicales salían a las calles, las federaciones de médicos y enfermeras salían a las calles. Ahora no, penosamente no.
Así estamos, mal por donde se vea. Y sin embargo la mafia mediática sigue fastidiando la vida de los periodistas y medios que no agachamos la cabeza ni les tememos por sus amenazas y sus insidias de todos los días. PUNTO.