Antes de abandonar el poder, el usurpador Michel Temer, creó una súper agencia de seguridad dirigida por militares y el propio Ejecutivo.
El lunes 15 de octubre, en medio al torbellino provocado por la disputa electoral, Temer aprobó un decreto que poco o casi nada llamó la atención en un primer momento. El objetivo era la creación de una “fuerza de tareas de inteligencia” contra las organizaciones criminales.
Este decreto relevaría a la Policía Federal de realizar estas tareas que incluyen el narcotráfico y el lavado de dinero. Esa agencia respondería al gabinete de seguridad nacional, una institución que Temer volvió a crear, luego de que los gobiernos de Lula y Dilma la hubieran disuelto.
El decreto genera zozobra en las organizaciones sociales, ya que se declara para contrarrestar a quienes “atenten contra el Estado o sus instituciones”, algo lo suficientemente ambiguo, como para continuar las hostilidades contra los movimientos de base, sindicatos y otras agrupaciones.
¿Temer prepara el terreno en caso de que no se den los resultados esperados el próximo fin de semana? O, justamente, previendo que los resultados pueden ser catastróficos.
Abrirle la puerta a los militares, incluso antes de que sea elegido un exparacaidista como presidente y un general retirado como vice, podría ser una jugada de Temer para garantizar una supuesta paz social en un país desbordado de violencia.
Vale la pena recordar que Temer nombró a un militar al frente del ministerio de Defensa y en febrero decretó la intervención militar del estado de Rio de Janeiro. De hecho, solo podrán ser juzgados frente a la justicia militar, aquellos uniformados que cometan abusos durante la intervención en el estado carioca.