El presidente usurpador brasileño Michel Temer ha tomado una serie de decisiones para fortalecer la participación de los militares en su gobierno. Tras la decisión de intervenir militarmente el Estado de Rio de Janeiro, ahora nombró al general de reserva Joaquim Silva e Luna, ex jefe del Estado mayor del Ejército como nuevo ministro de Defensa, otorgando el control de las Fuerzas Armadas a un militar, algo que no ocurría desde la dictadura.
También creó un nuevo ministerio, el de Seguridad Pública, que dirigirá el diputado Raúl Jungmann, quien se ocupaba de la cartera de Defensa hasta hoy. Los cambios, de todos modos, deberán ser ratificados por el Congreso dentro de los próximos 60 días para que el decreto tenga validez. El nuevo ministerio conducirá la Policía Federal, lo que recortará las atribuciones del ministerio de Justicia.
Jungmann, fue ministro de Reforma Agraria en el gobierno ultraliberal de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), y forma parte del Partido Por el Socialismo (PPS), ex socialista.
El general Eduardo Villas Boas, jefe del Ejército brasileño en septiembre se había negado a intervenir en reemplazo de la policía, alegando que los militares “no queremos otra Comisión de la Verdad”. Una comisión creada por Dilma Rousseff para investigar los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura (1964-1985).
Está claro que Temer apuesta porque sea el ejército quienes salgan a defender a un gobierno ilegítimo, que empeoró todos los números de pobreza del país, exponiendo a la sociedad brasileña a una situación de gravísima incertidumbre. A su vez, la amenaza de una reacción popular frente al encarcelamiento del candidato a presidente del PT, Lula da Silva, hace que el “vampiro neoliberalista” esté a la defensiva y preparándose en caso de deber ejecutar un golpe al golpe.