Ayer un terremoto de 6,5 grados en la Escala de Richter sacudió Taiwán. Los trabajos de salvamento comenzaron inmediatamente y trabajan a toda velocidad, ya que una fuerte ola de frío dificulta las posibilidades de supervivencia de las posibles víctimas de los derrumbes y otras catástrofes.
Unas 1500 personas, entre militares, policías y bomberos llevan adelante las operaciones con excavadoras y detectores de signos vitales.
Hasta el momento se contabilizan siete personas fallecidas, 256 heridos y se buscan a 76 desaparecidos, además de otros posibles supervivientes.
227 personas ya fueron rescatadas, según las cifras aportadas por el Centro de Respuesta ante Emergencias de Taipei. Mientras que el gobierno anunció una partida extra de más de 10 millones de dólares para ayudar a las víctimas y sus familiares, indemnizarlos, facilitar alojamiento y atención médica.
Tsai Ing-Wen, la presidenta de Taiwán, aseguró que no se abandonará la búsqueda y rescate mientras exista la más mínima posibilidad de salvar vidas.
Dos puentes y varias carreteras han comenzado a ser reparadas para restablecer la normalidad en la isla y hay varios hoteles y edificios residenciales que han sido los más afectados y que generaron la mayor cantidad de víctimas y desaparecidos. Entre los heridos hay 33 extranjeros, uno de los cuales se encuentra en estado crítico.
El de la madrugada del miércoles fue el seísmo más fuerte, pero la isla está sufriendo una seguidilla de seísmos de diversa magnitud desde el fin de semana, lo que despierta alertas sobre un posible terremoto de fuerte magnitud.
En 1999 Taiwán registró un terremoto de magnitud 7,6 que dejó 2.415 muertos.