Mientras Turquía sigue esperando los tres mil millones de euros que le prometió la Unión Europea para hacerse cargo de las refugiados que los países de la Unión no quieren en su territorio, el país gobernado por Recep Tayyip Erdogan sigue comprando toneladas de oro para resguardarse frente a una posible crisis del dólar.
Durante el año 2017 las compras del metal precioso alcanzan las 47 toneladas métricas, según el Consejo Mundial del Oro, más del triple de lo que se había adquirido en 2016.
Buscando independizarse de la moneda estadounidense, Turquía se suma a la “fiebre del oro”, como la llaman algunos analistas y que tiene a Rusia como su principal exponente. País que busca contrarrestar las sanciones europeas y norteamericanas contra él, resguardando sus reservas en el metal y comenzando a utilizar otras monedas para las transacciones internacionales.
Desde el gobierno turco se han ido dando señales de volcarse al oro en detrimento del dólar estadounidense como medida de precaución. La lira turca lleva un año de depreciación muy fuerte, perdiendo un 15 % de su valor en comparación con el dólar.
El gobierno chino también comienza a introducir mayores cantidades de oro en su Banco Central.