Editorial de Radio Pichincha
Una de las mayores preocupaciones que cualquier nación debe plantearse es de qué calidad y en qué tiempo puede sostener un acuerdo comercial, diplomático y hasta militar con una potencia mundial. Y no es cualquier cosa.
Por lo que vemos en el documento legitimado por la Corte Constitucional, aunque huela inconstitucional, no hay un plazo límite para el “Acuerdo entre la República del Ecuador y los Estados Unidos de América Relativo a Operaciones Contra Actividades Marítimas Transnacionales Ilícitas”, y el “Acuerdo entre el Gobierno de la República del Ecuador y el Gobierno de los Estados Unidos de América relativo al Estatuto de las Fuerzas”.
Por eso nos preguntamos ¿hasta cuándo rigen estos dos acuerdos? ¿Dónde está la cláusula o el acápite que determine los objetivos en tiempos y plazos? ¿Así se hace ahora con un gobierno como el de Joe Biden?
Solo imaginemos lo que habría sido para el Ecuador de ahora, de la derecha y de la Mafia Mediática, un acuerdo de colaboración solo con Colombia o con Perú (ni se diga con Venezuela) que no tenga fecha de expiración y tampoco objetivos concretos. Y ni qué se diga un acuerdo mínimo de colaboración en materia militar o cibernética con China o con Rusia. Eso habría sido un escándalo, los “banderas negras” habría salido a la Shyris y habrían pedido la destitución de todos los miembros de la Corte Constitucional.
Y este asunto de la fecha límite y de los objetivos no es cosa menor. Hagamos el ejercicio de pensar que por una urgencia en un barrio le pedimos que vengan los militares y se queden para siempre ahí. ¿Cómo cambia la dinámica y la rutina de la gente? ¿Hasta dónde eso incide en la formación de los ciudadanos, de los adolescentes, de los niños, de la comunidad en general?
De esto hay que hablar y exigir respuestas. Lastimosamente, en medio del miedo general, parecería que todo se justifica y todo vale. No importa hasta cuándo se queden los gringitos porque como son tan buena gente ellos decidirán cuándo se van.
Penosa situación la que nos ha tocado vivir y que perversamente se fue construyendo a partir de ciertos sofismas y mentiras monumentales. Parece que no aprendimos todo lo que significó la Base de Manta en la provincia de Manabí. ¿O ya nos olvidamos los problemas hasta de orden familiar, sexual y de violencia de género provocada por los inmunes e impunes marines?
Pero como somos de memoria corta cuando pase algo así, diremos que los culpables son los que no respetan a los gringos, que las chicas son “ofrecidas” con esos militares y con ese sinnúmero de justificaciones para no tocar lo de fondo.
En fin, desde acá no dejaremos de mencionar lo que no queda claro, lo que es inconstitucional y lo que ya sabemos arrastrará otros problemas añadidos. PUNTO