El expresidente brasileño Lula da Silva cumplió un mes de detención en la Superintendencia de la Policía Federal en la ciudad de Curitiba. Desde su confinamiento advirtió que se presentará a las elecciones presidenciales previstas para el 7 de octubre y que nada le impedirá seguir haciendo campaña para ser elegido.
A su vez, en un video divulgado desde el Instituto Lula habló de su compromiso para hacer a Brasil un “país grande”, que abandone “su complejo de inferioridad” y que debe defender su soberanía política y pensar en grande.
Los militantes del Partido de los Trabajadores y de otras organizaciones que apoyan a Lula ya no son reprimidos cuando se acercan al lugar de encierro del líder político y le siguen manifestando un apoyo reverencial.
Ni siquiera la imagen de Lula en prisión ha logrado que la preferencia popular por el ex tornero mecánico descienda y continúa liderando las encuestas con más del 30 % de intención de votos y duplicando los números del segundo candidato con mayores oportunidades, Jair Bolsonaro.
El propio presidente en funciones Michel Temer parece desistir de candidatearse, teniendo una popularidad que roza el 5 % y manifestó su intención de apoyar algún candidato de centro.
A Lula se le han negado las visitas y el juez Sergio Moro, además exige que permanezca aislado. La presión popular y el trabajo de sus abogados consiguieron que le con cedan una entrevista política semanal, en la que Lula podrá encontrarse con algún referente político.