El politólogo y subdecano de la Facultad de Ciencias Humanas de la PUCE anticipa que no habrá frentes amplios respaldando a candidatos a la Presidencia sino varias candidaturas frágiles de las mismas tendencias.
El 17 de mayo, el presidente Guillermo Lasso activó el decreto de muerte cruzada. Y la Corte Constitucional no dio paso a las demandas de inconstitucionalidad, por lo que está en pie. El Consejo Nacional Electoral convocará a elecciones, el miércoles 24 de mayo. Pero, desde la semana pasada empezaron a escucharse nombres de precandidatos. Buena parte ni siquiera tiene un partido o movimiento que lo respalde.
Al respecto, Radio Pichincha entrevistó a Wladimir Sierra, politólogo y subdecano de la Facultad de Ciencias Humanas de la PUCE.
¿Qué opina de que en Ecuador en la misma semana en que se decretó la muerte cruzada aparecieron precandidaturas, incluso de quienes no cuentan ni con el respaldo de un movimiento político?
En nuestros países, los procesos políticos no siempre están vinculados a las normas. Nuestra institucionalidad es frágil. Desde que se supo que el presidente Lasso optó por la muerte cruzada, comenzaron a aparecer las candidaturas. Es curioso porque eso debería ocurrir luego de las primarias, pero en Ecuador surgen candidatos sin partidos, que ofrecen su nombre como Otto Sonnenholzner, por ejemplo, quien busca una una organización que lo auspicie.
El expresidente Rafael Correa ya ha hablado de la necesidad de formar un frente nacional en el que sí se podría incluir a la Conaie. ¿Hace falta eso para no ver papeletas con tantos nombres, que seguramente la mayoría de electores no conocerán?
Hace mucha falta.
¿Es factible?
Eso lo dudo. En democracias consolidadas, la disputa real ocurre entre dos tendencias o dos partidos, uno conservador y otro liberal, como en EE.UU. y Alemania. En nuestros países, generalmente tenemos una serie de movimientos frágiles, algunos que llegan a tener ciertas características de partidos. Por eso aparecen tantos candidatos cuanto representantes de movimientos sociales, ciudadanos y grupos empresariales existen en el país.
Para elecciones deberían consolidarse fuerzas con frentes amplios, que vinculen a toda la centro izquierda y la centro derecha. Acá generalmente estas propuestas fracasan y al final la disputa es entre partidos y propuestas medianamente constituidos.
En Ecuador deberían conformar un frente que agrupe a UNES, Pachakutik y movimientos sociales. Y otro frente que agrupe a la centro derecha, socialcristianismo y CREO. Pero ya vemos como cuatro representantes de cada lado, que son frágiles. En el 2007 se congregaron alrededor de lo que fue Alianza País, que representaba a una tendencia. Ahora me parece difícil que pase.
El viernes, el abogado Pedro Granja apareció en un video con Jorge Yunda; estaban en un ascensor, hablaron sobre el encebollado. En una entrevista, Granja habló también de un frente y aseguró que el único candidato que podría ganarle se llama Rafael Correa, quien no está en el país. ¿Correa es un mito o una realidad?
Rafael Correa es una realidad desde el 2007. En torno a su figura se constituyó un movimiento político que ha ido cambiando su denominación pero que se constituyó en un poder importante en Ecuador. Eso tiene que ver con la historia de nuestros países, de corte presidencialista, caudillista y no tanto parlamentario.
Las disputas políticas las enfrentan caudillos populistas, un poco mesiánicos y la figura de Rafael Correa representa eso. Ahora no puede competir por sus problemas legales, pero la fuerza que tiene UNES hay que vincularla a la figura de Rafael Correa. El triunfo en los gobiernos seccionales no es tanto de los candidatos sino del peso de Rafael Correa.
¿Qué pasa con el resto de organizaciones políticas?
Otras organizaciones como la Conaie y Pachakutik o los socialcristianos tienen más raigambre de partido, cuentan con líderes carismáticos. Su votante se identifica con la tendencia ideológica, más que con un líder. Pasa lo contrario con Rafael Correa, a pesar de su ausencia física tiene presencia política simbólica en Ecuador.
Al inicio del gobierno de Lasso se hablaba de no al autoritarismo y al estado obeso, de las libertades. Ahora hay quejas por las demoras del Registro Civil, la falta de medicinas; en las escuelas no hay conserjes. ¿Qué estará en juego en estas elecciones?
Lo primero que hay que decir es que el actual presidente Lasso no llegó al poder por la simpatía popular, no alcanzó votos duros propios sino de descontento o rechazo a Rafael Correa. Pero no supo aprovechar esa gran oportunidad. La ciudadanía intuye que hay algo que desborda al Estado, inclusive al papel del Presidente: la presencia de los carteles de la droga, frente a los cuales no hay políticas.
A la gente le preocupa eso y sabe que solucionarlo no está en manos de los políticos. Espera que por lo menos la simbología de lo político se recupere en el país, ya que saben que el próximo Presidente durará poco en el poder.
¿Qué esperar del próximo Presidente de la República?
Gane quien gane, los movimientos y partidos políticos se disputarán las elecciones 2025, en ese período corto de gobierno. Así que el año y medio de la Presidencia será básicamente un período electoral extremadamente largo.
Al interior, los movimientos tratarán de buscar alianzas y hacia fuera buscarán crear condiciones para esas candidaturas. Gane quien gane la Presidencia, lo que hará será poner la casa en orden más que nada en la simbología política. Pero se concentrará en preparar elecciones.
La organización política que gane el poder podría obtener un período total de cinco años y medio, eso es lo importante (es decir el año y medio para completar este período presidencial y el siguiente). De ahí que solo habrá políticas parche y de visibilización. Mucho no se puede hacer, en torno a los problemas de violencia, nos abrimos a un período electoral largo.