Editorial de Radio Pichincha
La fatídica noticia llegó sorpresivamente, con pocas horas de antelación de una marcha que se anunciaba masiva y potente. Como si se tratara de un juego de cálculo bien programado, con entrevistas y mensajes que ya anticipaban el anuncio, todo se desató desde el mediodía. Y así nos dieron la mala nueva: los policías, ellos mismo que protegieron al criminal, habrían encontrado el cadáver de la abogada María Belén Bernal.
Y como ya era de esperar, los operadores políticos del régimen de Guillermo Lasso se activaron para desvirtuar la responsabilidad estatal en este crimen que ha conmocionado a todo el país. Los Vera, los trolls, los editorialistas bien pagados y todo aquel que lucra de este gobierno quisieron imponer un solo relato: se trató de una desaparición involuntaria, de un crimen pasional, de un asunto particular y privado, de que nada tuvo que ver la Policía Nacional y mucho menos sus autoridades.
Para ello gastan miles de dólares. Que nadie lo dude. El impacto de la desaparición, de las implicaciones policiales, de la misoginia de Patricio Carrillo y de Diego Ordóñez, activó a muchos sectores, de diversas tendencias políticas y sociales. Pero para los acólitos de Lasso esto es un acto de desestabilización de las “mujeres violentas” y de los “correístas”. Como si con eso se escondiera la verdad y por tanto se exculparan de sus responsabilidades concretas.
Por supuesto, quieren evitar a toda costa el peso de una acusación de un CRIMEN DE ESTADO. Claro, varios expertos constitucionalistas y de derechos humanos señalan que todos los elementos configuran ese delito y en esa dimensión. Por menos, cuando los gobiernistas de ahora fueron oposición en la década pasada, hicieron alarde de toda la “farandulería” política y mediática para llevar a la Comisión de DDHH de la ONU acusaciones sin mayores elementos de convicción. Hoy subestiman todo y hasta denigran el honor y el dolor de la madre de Bernal, la señora Elizabeth Otavalo.
Quedan dudas, que solo se esclarecerían si una comisión de la verdad toma a cargo la investigación a fondo. Por ejemplo: ¿Es creíble que el cadáver se encontrara en ese sitio, envuelto en una cobija limpia y flamante? ¿Quién puede asegurar que todo se hizo para evitar una protesta masiva? ¿Hay un acuerdo entre los victimarios para intercambiar información y dar con el lugar donde botaron el cuerpo a cambio de impunidad? ¿Por qué Patricio Carrillo evita contar cómo se llegó hasta el cerro Casitagua? ¿Por qué cuando se le exigen los detalles de la investigación se pone nervioso y responde diciendo que el titular la investigación es la Fiscalía?
Esas preguntas no le harán los Vera ni los Artieda ni ninguno de esos insolentes periodistas vendidos porque ahora quieren reducir a un crimen pasional un feminicidio que lacera la sensibilidad de muchos sectores, empezando por las mujeres.
Ya veremos cómo construyen el relato de pasar la página y la reconciliación para empezar la campaña por el SI en una Consulta nacida de la perfidia. Dejarán de lado la necesidad urgente de sanear la Policía de modo íntegro. YA BASTA DE EUFEMISMOS Y MEDIAS TINTAS. EL PAÍS QUIERE VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN PARA GARANTIZAR LA VIDA Y LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS.