Editorial de Radio Pichincha
El acuerdo militar secreto con el gobierno de Joe Biden ha significado una jugada maestra de EE.UU. con un país pequeño y con grandes dificultades en el campo de la seguridad. Eso solo ha sido posible gracias al entreguismo (con algún rédito personal) de Guillermo Lasso. NO se entiende de otro modo.
La experiencia de México y Colombia ha sido pedagógica para entender qué pasa en un país cuando EE.UU. entra, supuestamente, a combatir el narcotráfico y el terrorismo. O han sido incapaces y mediocres o simplemente no les interesa frenar ese gran negocio transnacional que solo existe por la alta demanda de consumo en las principales ciudades del “gran imperio”. Más de una ONG gringa ha denunciado graves violaciones a los derechos humanos y también poca efectividad en la lucha antidelictiva cuando está en manos de los marines y de esos grupos de élite.
Esos tratados o acuerdo bajo la mesa ahora son simplemente un papel y las consecuencias no son responsabilidad de nadie. Si un militar gringo asesina en territorio ecuatoriano será supuestamente juzgado en su país, no donde cometió el delito. Y de esas tenemos tantas otras barbaridades que tanto añoraron en Washington desde hace décadas para un país que se convertirá en una gran base militar ya que no han podido continuar con esa estrategia desde Colombia.
Y, por supuesto, de eso se aplaude como si fuese el colonialismo puro y duro. Pero hay otro dato de la realidad en discusión: el tratado de libre comercio con China. Nos preguntamos ahora: ¿por qué fastidiaron tanto en el gobierno de Rafael Correa de que nos íbamos a someter a los chinos, de que íbamos a ser una colonia del llamado “gigante asiático y ahora resulta que un libre comercio es la panacea a todos nuestros males?
Esa famosa frase del inefable Lasso de “más mundo en Ecuador” solo ha significado más dependencia y un riesgo enorme para la dolarización. Pero como el fanatismo y la irracionalidad priman en esos acérrimos defensores del libre comercio, ahora quieren que la industria nacional se vaya al carajo y que las mercancías chinas ingresen para inundar un mercado donde el consumo está caído. Mucho más si aplican el IVA y tendremos que pagar mucho más caro por todo.
Qué pena que ahora hablemos de estos asuntos cuando hace pocos años soñábamos con el desarrollo soberano y con potencialidades propias para contar con una industria nacional y proyectos con recurso humano y técnico local.
Si China nos quiere ayudar con transferencia tecnológica y capacitación informática y hasta con recursos financieros frescos que sea para apoyar el desarrollo, sin duda alguna, siempre será bienvenida toda colaboración en inversión.
Si EE.UU. quiere ayudar a combatir el narcotráfico que controle a sus consumidores y adictos en su propio territorio. Que garantice una política pública de salud para acabar con la enfermedad de la adicción. O si son más responsables, que legalicen la droga, el consumo de cocaína y cobre altos impuestos por ello. Y ahí si veremos una voluntad de erradicar el narcotráfico en todo el mundo. Mientras tanto, los militares por acá lo único que avalan es una estrategia fracasada en décadas. PUNTO