Cuando la caravana que recorre Brasil con Lula da Silva presentándose como precandidato presidencial se acercaba a Curitiba, la capital de Paraná, recibió cuatro disparos que no dejaron víctimas fatales.
“Si piensan que con piedras y tiros van a quebrantar mi disposición de luchar están equivocados, el día que mi garganta no pueda gritar más, gritará por la garganta de ustedes”, decía el expresidente en un asentamiento del Movimiento de los Sin Tierra en la noche de ayer en Laranjeiras ddo Sul.
La semana pasada habían comenzado las agresiones a la caravana con piedras, huevos y cortes de ruta, pero ayer se subió un peligroso escalón con la perforación de los neumáticos y los disparos contra el convoy. Tres tiros dieron en el ómnibus donde viajaban los periodistas que cubren la gira para sus medios.
“Paraná fue el único estado del país recorrido por las caravanas (iniciadas el año pasado) que no ofreció escolta policial”, denunció Lula. El estado donde trabaja el juez Sergio Moro, quien persiguió durante años al exmandatario por la causa Lava Jato y que terminó condenando al considerar que la “ausencia de pruebas, demostraban su culpabilidad”.
Para la presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, se trató de una “emboscada” a la salida de la ciudad de Quedas do Iguazú. La semana anterior Lula se encontró con José Mujica y con Rafael Correa, quienes manifestaron su explícito apoyo a una nueva presidencia del sindicalista, quien continúa encabezando las encuestas.
Paulo Pimenta, legislador del PT por Rio Grande do Sul apuntó hacia los grandes estancieros y grupos de ultraderecha de tener “connivencia de la policía” y de estar atrás de estos atentados.