A poco más de cien horas de abandonar la casa de gobierno, Michelle Bachelet, la presidenta chilena realizó una cadena nacional en la que anunció el envío de un proyecto de Nueva Constitución, tras la firma de hoy en el Palacio de la Moneda.
“Hoy tenemos un texto constitucional ilegítimo en su origen, con un conjunto de reformas válidas, pero sin coherencia con el resto de las disposiciones. Tenemos el deber de aspirar a más y no quedarnos con un cuerpo jurídico que no dice relación con nuestros tiempos”, explicó la mandataria en referencia a un texto escrito durante la dictadura de Augusto Pinochet y que buscó prolongar la impunidad de los crímenes cometidos durante el gobierno de facto.
Bachelet dijo recoger lo surgido en el proceso constituyente, del que participaron más de 200 mil personas.
“No se trata de partir de cero porque Chile es una nación con historia y aprendizaje, por eso hemos recogido esa herencia republicana, democrática, social y la hemos perfeccionado. En este texto, el respeto a la tradición constitucional de Chile se mantiene incólume, como gratitud a quienes han construido la República desde hace más de 200 años”, pronunció la presidenta.
Bachelet dijo estar motivada por la necesidad de que la mayoría de los chilenos dejen de vivir desprotegidos y para eso agregan “el respeto a los derechos humanos”, algo sustancial que no figuraba en la Carta Magna chilena.
Muchos derechos universalmente aceptados solo podrán incorporarse a la Constitución con una reforma: como los derechos de los niños, niñas y adolescentes, a la vivienda, al trabajo o a la gratuidad en la educación. Pero también el derecho a huelga, al debido proceso, a la participación política, la protección de los datos privados, a una salud pública de calidad, a la igualdad ante la ley para hombres y mujeres, ejemplos de la retrógrada legalidad del modelo de desarrollo neoliberal del continente.
Otro tema que pretende incluir en la Carta Magna, Bachelet, está el reconocimiento de los pueblos originarios, “con sus derechos, su identidad y su cultura y su legítima aspiración de tener una representación en el Congreso Nacional”.
Además prometió que el nuevo texto facilitará la democracia y la participación ciudadana, prácticamente vedadas a posturas minoritarias.
Los correligionarios de Bachelet no se mostraron entusiastas con el anuncio y aseguran “desconocer” el proyecto y desde otras formaciones políticas también consideran esta iniciativa como “testimonial”. En algo tienen razón, a cinco días de pasar la banda presidencial, la presidenta chilena se acordó de una de las promesas fundamentales por las que ganó las elecciones hace cuatro años.