Había quedado en entredicho el trato hacia las mujeres por el nuevo líder del Vaticano, luego de que les exigiera “cerrar la boca” a monjas peruanas y que no denunciaran casos de abusos sexuales. Sin embargo, se conoció la semana pasada la decisión de la Iglesia Católica de canonizar a la Beata Nazaria Ignacia March Mesa, quien fundara en Bolivia las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, una corriente con mucha fuerza en el Estado plurinacional.
El Papa Francisco firmó el 26 de enero la orden para que la Beata sea la primera santa boliviana, pese a ser nacida en España y haya muerto en Argentina.
Nazaria Ignacia March Mesa nació el 10 de enero de 1889, en Madrid, España. Por motivos económicos, su familia se trasladó a México e ingresó a la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados en 1908. En 1912 llegó a Oruro, Bolivia, donde se ocupó del cuidado de ancianos durante 12 años, luego de esto fue que con el beneplácito del obispado de Oruro fundó su propia congregación.
Las labores de la agrupación religiosa se orientó fundamentalmente hacia mejorar la dignidad y derechos de las mujeres pobres y la promoción de la educación.
“Quiero levantar a Bolivia de su postración, no quiero solo pan para sus pobres, ni repartir limosnas que se recogen de la caridad, sino elevar la dignidad de este pueblo, enseñándole a trabajar, procurándole trabajo digno, haciéndole sentir que en las manos de todos, y de cada uno, está el participar de la belleza, de la armonía, la dulzura y la felicidad de sentirse hijo de Dios”, decía Beata Nazaria.
Las Misioneras Cruzadas se han ramificado a 21 países y continúan con talleres de promoción y capacitación para mujeres, a lo que hay que sumar el trabajo en cárceles y comedores populares.