El cardenal australiano George Pell se ha convertido en el condenado por abuso sexual de menores de mayor jerarquía en la Iglesia Católica, llegando a ser número tres del Vaticano, cuando manejaba las finanzas de la institución.
Los seis años de prisión a los que fue sentenciado parecen un castigo muy leve para un violador de menores y las víctimas se mostraron disconformes al conocer el veredicto judicial.
Los delitos tuvieron lugar en el año 1996, cuando Pell se ocupaba de la Catedral San Patricio en la ciudad australiana de Melbourne. La denuncia se había presentado en 2014 y llega cuatro años después de la muerte de una de las víctimas, suicidada con una sobredosis de heroína.
“Agradezco que el tribunal haya reconocido lo que fue infringido contra mí cuando era un niño. Pero no tengo descanso”, expresó el sobreviviente de los actos de pederastia ejercidos por el eclesiástico, quien lamentó que la defensa del violador hubiera apelado la sentencia.
Frente al juzgado se celebró que Pell vaya a la cárcel, pero el malestar por la baja condena fue expresado por varios de los presentes, opinión que también tuvo el padre de la víctima que no pudo ver este pequeño acto de justicia.
El cardenal está preso desde el 27 de febrero y escuchó inexpresivo la lectura de la sentencia. Sus abogados utilizaron el argumento de su avanzada edad para no ir en prisión, pero esa avanzada edad no le impide seguir ocupando cargos jerárquicos dentro de la Iglesia. Uno de los reclamos que acompañan al de su sentencia es que sea excomulgado y la Iglesia Católica pida disculpas por encubrir a estos depredadores sexuales entre sus filas.
Para el juez Peter Kidd se trata de un agravante la falta de sosiego que padecieron las víctimas de abuso y remarcó que una de ellas se convirtió en adicto a la heroína a la edad de 14 años, asociando este hecho con los padecimientos ejercidos por Pell.
El cardenal fue sobreseído el año pasado de otros presuntos abusos cometidos en los años 70 en su ciudad natal, Ballarat.