Múltiples universidades e instituciones se reunieron para elaborar el fármaco.
Washington Cárdenas, director del Laboratorio de Microbiología de la ESPOL, anunció que Ecuador podría estar cerca de desarrollar una vacuna propia para combatir el coronavirus. El proyecto que se anunció por primera vez a finales del 2020, arrancó en el Laboratorio para Investigaciones Biomédicas (Biomed) de la Facultad de Ciencias de la Vida, centro que posee un amplio conocimiento en estudios sobre los virus de la influenza, dengue y chikungunya y cuenta con el aval y la aprobación del Instituto Nacional de Investigaciones en Salud Pública (Inspi).
Este año recibió un impulso económico por parte de la Corporación Ecuatoriana para el Desarrollo de la Investigación y la Academia (Cedia).
El trabajo en conjunto y la cooperación entre distintos científicos, profesionales y representantes de las universidades ESPOL, UDLA y la ESPE, han logrado que cada vez avizoré más de cerca la vacuna.
Los avances en nuevas tecnologías, los conocimientos adquiridos a nivel mundial sobre la estructura del virus, su secuenciación genética y los diferentes estudios publicados sobre su comportamiento y el accionar de las vacunas ya existentes sobre el coronavirus han hecho que el proyecto vaya tomando más fuerza y se estén llevando a cabo las primeras pruebas.
Si bien en la actualidad los abordajes para la creación de nuevas vacunas han sido diferentes en cada país, los científicos ecuatorianos han optado por tomar un método tradicional pero efectivo, que comienza por extraer del virus una proteína a la que se conoce como espícula.
Este modelo de vacunas, también es conocido como vacuna de subunidades proteicas, es decir que incluyen las partes de un virus que mejor estimulan al sistema inmunitario. Este tipo de vacuna contra la COVID-19 generalmente contiene proteínas de la espícula inofensivas y una vez que el organismo reconoce y se adapta a las proteínas de la espícula, genera millones de anticuerpos y glóbulos blancos para la defensa contra el virus, por lo que Si el sistema se contagia con el virus de la COVID-19, los anticuerpos reconocerán a la enfermedad y la atacarán efectivamente.
Los profesionales se muestran optimistas, pues señalan que en Ecuador ya se producían y se exportaban a otros países vacunas contra la tuberculosis y contra la rabia, por lo que están seguros de que el equipamiento técnico y los conocimientos previos han significado un importante punto de partida
“Claro que no era lo mismo que hablar de una vacuna contra el COVID-19, porque las que aquí se hacían eran para prevenir enfermedades ya conocidas, con fórmulas probadas. Lo del coronavirus es buscar la forma de enfrentar algo que la humanidad solo conoce desde hace apenas un par de años”; subrayó Washington Cárdenas, haciendo hincapié en que, si bien el avance es grande, aún hay que ser cautelosos debido a la alta mutabilidad que posee el virus, un factor que puede frustrar a cualquiera y que hoy por hoy representa un dolor de cabeza incluso para las grandes farmacéuticas a nivel mundial.
Redacción: Ángel Cóndor