Editorial de Radio Pichincha
La tensión diplomática entre Ecuador y Rusia incrementó notablemente en las últimas horas. Por un lado, el Gobierno de Daniel Noboa aseguró que enviará “chatarra rusa” a Estados Unidos a cambio de USD 200 millones y que utilizaría este dinero para luchar contra el crimen organizado. Por otra parte, Rusia aseguró que esta decisión violaría los compromisos que existen entre ambos países y manifestó que la misma traerá consecuencias negativas a Ecuador.
En primera instancia, Rusia prohibió el ingreso del banano y claveles ecuatorianos por representar un riesgo fitosanitario, pero, luego de esto, el subsecretario adjunto estadounidense de Asuntos del Hemisferio Occidental, Kevin Sullivan, desmintió al Gobierno de Ecuador y recalcó que no se enviará “chatarra” sino armamento bélico.
Y es que Ecuador entregaría seis helicópteros del tipo MI y sistemas de lanzacohetes de largo alcance y de defensa antiaérea para que Estados Unidos los envíe a Ucrania y, luego de esto, los utilicen en la guerra contra Rusia.
A raíz de esto, Rusia alertó que “en el caso de entrega de bienes militares a una tercera parte, Ecuador violará sus compromisos internacionales”, y esto tendría consecuencias negativas para su relación bilateral.
Sí, todo suena confuso y hasta parece algo paradójico, pero así opera nuestra “diplomacia”, pero, todo este problema no debería pasar desapercibido; ya que, somos el único país en América Latina que accedió a entregar el armamento soviético, que le fue donado hace varios años, a Estados Unidos.
Con esto, no solo aceptamos una intromisión directa del gobierno norteamericano, sino que quedamos expuestos a las sanciones y retaliaciones por parte de Rusia, un país que representa un destino comercial extremadamente importante para Ecuador, con un 20% del total de sus exportaciones.
Ahora, ya no es solo un lío diplomático, sino que escaló a un problema monumental para Ecuador, que, pese a enfrentar una crisis económica y de seguridad sin precedentes decidió comprarse un problema ajeno, solo por congraciarse con el “establishment”. PUNTO