Frente a los obispos centroamericanos que se congregaron en Panamá para compartir con el Papa Francisco la Jornada Mundial de la Juventud, el argentino les pidió a los sacerdotes que ayuden a que sus comunidades “superen miedos y recelos” frente a los migrantes.
Para Francisco muchos migrantes “tienen rostro joven, buscan un bien mayor para sus familias, no temen arriesgar y dejar todo con tal de ofrecer el mínimo de condiciones que garanticen un futuro mejor”.
Y propuso que “Acoger, proteger, promover e integrar” se conviertan en “los cuatro verbos con los que la Iglesia, en esta situación migratoria, conjugue su maternidad en el hoy de la historia”. Un mensaje que llegaba en medio de los recientes actos de persecución a extranjeros en el Ecuador y otros países de la región.
Al enumerar los problemas que sufren los jóvenes: violencia doméstica, feminicidios, bandas armadas criminales, tráfico de drogas y explotación sexual, se refirió en estos términos a los causales.
“Duele constatar que en la raíz de muchas de estas situaciones se encuentra una experiencia de orfandad fruto de una cultura y una sociedad que se fue ‘desmadrando’. Hogares resquebrajados tantas veces por un sistema económico que no tiene como prioridad a las personas y el bien común, y que hizo de la especulación ‘su paraíso’ desde donde seguir ‘engordando’ sin importar a costa de quién”, enfatizó.