Pedro Pablo Kuczynski, el presidente peruano se victimiza y asegura que en caso de ser destituido, será un golpe de estado. Sin embargo, un reporte de la UIF que llegó a manos de la Comisión Lava Jato, prueba que PPK recibió a través de empresas propias hasta 3 millones de dólares de la corrupta Odebrecht, durante os años que fue ministro de economía del desastroso gobierno de Alejandro Toledo, entre julio de 2001 y julio de 2006.
Ya en diciembre, en el anterior pedido de vacancia, el presidente había admitido haber recibido 782 mil dólares por asesorar a la constructora brasileña, por lo que pidió disculpas.
El informe de la UIF demuestra pagos de otras empresas que buscaban contrataciones públicas, mientras ocupó la función pública. Kuczynski no había informado previamente de las asesorías a las mencionadas empresas, y cuando los integrantes de la Comisión Lava Jato le preguntaron en la reunión en Palacio de Gobierno sobre las mismas, apeló al conocido argumento de que se había olvidado o que era muy poco diligente para ordenar sus papeles, dice una nota del diario La República.
Las respuestas evasivas del economista, se corresponden con el modus operandi de estos pagos ilegales que se hacen a través de empresas fantasmas, triangulaciones a través de guaridas fiscales y bajo la opacidad de la delincuencia organizada.
Kuczynsli niega su participación en los negocios de las empresas a su nombre durante la gestión pública, sin embargo, en este comienzo de la investigación, ya se han detectado al menos 3.4 millones de dólares que han ido a parar a sus cuentas personales mientras ocupaba la cartera ministerial.
Aparentemente, Kuczynski usaba a First Capital Inversiones para triangular asesorías a las empresas de Odebrecht y no aparecer para evitar suspicacias. Todavía PPK no se ha defendido de todos estos cargos y existe la remota posibilidad de que se trate de desprolijidad o “contabilidad creativa”, como dicen los empresarios estafadores argentinos. Lo cierto es que más bien parece la punta de un hilo que debería no solo desalojar a Kuczynski del poder ejecutivo, sino mudarlo a la prisión más severa de la geografía peruana, por tratarse de un reincidente y actuar sin arrepentimiento y con alevosía.