Gleisi Hoffman le escribió una carta al presidente del Senado brasileño para pedirle que a partir de ahora se la llame Gleisi Lula Hoffman. Pero la jefa del bloque de congresistas del Partido de los Trabajadores no es la única en haber adoptado el apodo del ex presidente Luiz Inácio da Silva, ya que otros 60 miembros del Parlamento también lo hicieron.
En el último discurso público brindado por el exmandatario antes de entregarse a la policía para cumplir con la ridícula condena a 12 años de prisión por un presunto delito de corrupción, le dijo a la multitud que lo acompañaba que “a partir de ese día, todos pasaban a llamarse Lula”.
Sus correligionarios lo tomaron al pie de la letra y pidieron ser renombrados con un apodo, algo muy habitual en Brasil, pero todos eligieron el mismo “Lula”. Por ejemplo, quien dirige la bancada del PT en la Cámara Baja ahora se llama Paulo Lula Pimenta, en solidaridad con el líder sindical, ahora perseguido por la justicia en un afán denodado para impedir que vuelva a ser consagrado presidente, como sucederá según dicen todas las encuestas, si se presenta a las elecciones de octubre de este año.
Como el Congreso brasileño no deja de ser un circo, desde los partidos de la derecha y la extrema derecha respondieron a los cambios de nombre, haciendo lo propio y, por ejemplo, Sostenes Cavalcante, anunció que incorporará el apellido Moro, en homenaje al juez que condenó a Lula o Capitao Augusto, pasará a llamarse Capitao Augusto Bolsonaro, en honor al candidato presidencial fanático de los torturadores, Jair Bolsonaro.
El carnaval en las cámaras del congreso brasileño parece que durará todavía varios meses más. A vergonha nao tem fim.