Emmanuel Macron, el presidente francés aseguró que va a seguir adelante con sus reformas a cualquier precio. Poco le importan los cientos de miles de franceses que salieron a las calles para ponerle un freno a los planes ultraneoliberales del mandatario.
En numerosas ciudades de todo el país se vivieron manifestaciones de protesta a la reforma ferroviaria y ajustes y recortes previstos en el sector público. También los pensionados se quejaron por las subidas de impuestos y los estudiantes que exigen la derogación de las nuevas reglas de ingreso a la universidad.
El plan es avanzar en todos los frentes, para retroceder en aquellos donde la resistencia se haga más fuerte. ¿O ni siquiera?
Solo en París se congregaron más de 60 mil trabajadores, mientras que se calcula que en todo el país medio millón de personas se manifestaron. Estos números no creo que inquieten al Ejecutivo que cada semana anuncia nuevos planes que generan la repulsa general de los sectores politizados y el silencio de las grandes mayorías, convencidas a través de los medios de comunicación que “Macron hace lo que no tiene más remedio de hacer”.
120 mil puestos de trabajo en empleo público es lo que tiene previsto el exbanquero de apenas 42 años y niño mimado de las grandes fortunas de la potencia europea.
El plan de resistencia de los ferroviarios será severo, hay convocados 36 paros para los próximos meses, es decir dos de cada cinco días se verán afectados por las huelgas.
“La intersindical constata que el gobierno no tiene ninguna voluntad de negociar y por tanto toma la responsabilidad de un conflicto intensivo de larga duración”, advirtió Laurent Brun, de la CGT, tras reunirse con sus colegas de Unsa, CFDT y SUD-rail, las principales organizaciones.
Cada día casi 4 millones y medio de personas utilizan el transporte ferroviario, así que la primavera comienza candente en el Hexágono. Macron podría aprovechar los atentados terroristas para seguir justificando sus planes de exterminio de lo público, sin tener un verdadero costo político.