Las denuncias por abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes o religiosos de la Iglesia Católica sacudieron el país. Ahora se incrementan las denuncias, al romper el pacto de silencio un grupo de exmonjas de la Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano, de la ciudad de Talca.
“(Un cura) me abrazó, me acercó a su pecho, ¡a su pecho! y comenzó a darme besitos, ¿es normal que le den besos a las monjas en la cara llegando a los labios? ¡Un cura! Y me zafé porque me di cuenta, me dio asco. Dije padre, disculpe, me está llamando la madre, y me responde el cura ‘ya, anda hija, pero vuelve luego’. Disculpen la palabra ‘¡a la cresta! Y a lavarme las manos bien lavadas con jabón y la cara, ¡porque un cura me manoseó! ¡Un cura!”, relató Yolanda Tondreaux en el reportaje de Informe Especial titulado El fin del silencio: No somos esclavas, somos mujeres.
El informe expone casos mucho más brutales de abusos sexuales y de acoso a todas las internas. El relato expone actos de exhibicionismo y de obligar a las monjas a desnudarse y dejarse manosear por el párroco, pero también por otras monjas de mayor rango.
Además, aquellas que tomaban la decisión de denunciar los actos delictivos frente a sus superiores, eran maltratadas y convertidas en sirvientas del resto.
El obispo Horacio Valenzuela, tuvo conocimiento de todo lo ocurrido, pero no tomó ninguna medida para proteger a las monjas abusadas. En junio pasado el Papa Francisco aceptó la renuncia del obispo de Talca.
Por molestas y tras forzarlas a trabajar de forma gratuita durante años, fueron expulsadas de la congregación.