El paro nacional que lideró el movimiento indígena se desarrolló en Ecuador del 13 al 30 de junio. Protestantes de la Amazonía y de distintos sectores de la Sierra, arribaron a Quito en los días de mayor tensión.
Punto Noticias.- La Universidad Politécnica Salesiana (UPS) a partir del 20 de junio, hasta el 30 del mismo mes, dispuso que el campus El Girón, en Quito, se convierta en un centro de acogida y zona de paz, para campesinas, indígenas y afrodescendientes que llegaron hasta la capital.
En esos días, dentro de la institución, participaron 100 voluntarios del personal de salud, con 60 paramédicos y 40 médicos, brindando más de 2.500 atenciones, relacionados a dolencias digestivas, respiratorias y musculares. Además, en el ámbito de la alimentación, se desplegaron 115 voluntarios, que ofrecieron hasta 13.000 raciones por día. Y la ayuda humanitaria acogió, de manera preferente, a 104 niños y adolescentes, para ofrecerles atención clínica, psicológica, social, alimentaria, con actividades lúdicas, servicio de guardería y cuidado diario.
Para conocer detalles más profundos de lo que sucedió en esos 10 días dentro de la UPS, conversamos con el Padre Juan Cárdenas Tapia, rector de la institución
¿Por qué se decidió designar al campus Girón como zona de acogida humanitaria?
La UPS, coherente con sus principios, su misión y valores institucionales, y frente a la crisis social que ya estaba instalada en el país y que iba agudizándose cada vez más, decidió abrir las puertas de su campus universitario, desde una perspectiva humanitaria. Fue una acción de respuesta humanitaria, para las personas que se estaban movilizando a la ciudad de Quito, en el contexto de la protesta social. Sin banderas políticas, sin tomar posicionamiento por un sector u otro.
¿Alrededor de cuántas personas ingresaron a la UPS en estos 10 días?
Nosotros decíamos podemos acoger a unas 800 personas. Pero, después, la realidad nos coloca en sitios en donde a veces no quisiéramos estar. Pero no somos dignos de cosas fáciles y, por lo tanto, fuimos buscando estrategias, de modo que podamos acoger a un número mayor de personas. Debo decir que la constante, porque es difícil tener un número exacto, pero sí hay un aproximado de entre unas 3.000 a 3.500 personas diarias. Luego, obviamente, estos números han sido fluctuantes.
¿Cómo fue el tema de la ayuda humanitaria dentro de la institución?
Creo que fue darles una cierta seguridad a las personas. Un lugar donde puedan llegar a descansar. Vamos a decir que se convierte en una alternativa de albergue. Segundo, también se prestan servicios de alimentación, y sobre todo brigadas de salud, para atenciones básicas primarias. El tema de la alimentación, por ejemplo, ha sido gestionado todo de las donaciones de los sectores sociales quiteños, sensibles a estos procesos sociales. La universidad no es que destina recursos.
¿Qué fue lo que más le llamó la atención en estos días?
Primero, el movimiento indígena en el país tiene capacidad de convocatoria. Segundo, tiene capacidad organizativa. Tercero, no tienen el poder político para tomar decisiones en las esferas del Gobierno, como quisieran, pero sí tiene la fuerza política para presionar también al Gobierno en sus demandas, que lo presentan desde su realidad histórica, económica, social, cultural, etc. Yo aquí no hago ninguna valoración, sino lo que yo percibo. Yo creo que ninguna persona, que esté al frente del Gobierno, puede desconocer al movimiento político, tanto que estas expresiones de estas movilizaciones no son nuevas. El movimiento político Cotopaxi, por ejemplo, es un movimiento que se ha convertido en modelo de organización, además de maduración de su consciencia, a nivel de continente latinoamericano.
🤲👥 La UPS reafirma su labor humanitaria a favor de la población vulnerable, en especial de mujeres y niños de las comunidades indígenas en estos momentos de crisis social. 1/2#UPSEcuador #UPSolidaria pic.twitter.com/bUqvaWsXYJ
— Universidad Politécnica Salesiana (@upsalesianaec) June 27, 2022
¿Algún otro tema que le haya llamado la atención?
Destaco la generosidad de las personas. Docentes, estudiantes, trabajando como voluntarios. Simplemente en una actitud de servicio, a personas históricamente excluidas del sistema de un país, de la estructura de una sociedad. Destaco la generosidad de la ciudadanía quiteña. Porque, en estos momentos, hay una cierta polarización social, en donde hay personas que se autodefinen como ciudadanos de bien, para comenzar posiblemente a descalificar a otros como violentos, vándalos, inclusive terroristas. Eso es peligroso en una sociedad. Porque da la impresión de racismo, de discriminación social. Y hay que seguir trabajando para que entendamos que los ecuatorianos habitamos una geografía, un país al que le hemos llamado plurinacional. Y, por lo tanto, hay que seguir haciendo trabajos y procesos de interculturalidad, para aceptar que en un mismo territorio convivimos diferentes grupos sociales. ¿Superiores unos, inferiores otros? No. Eso no puede ser aceptado en una sociedad que defiende lo democrático.
Padre, usted estuvo en la mesa de diálogo. ¿Cómo nació la iniciativa para que la iglesia católica esté como mediadora para tratar de resolver este conflicto?
La iglesia y las universidad en ningún momento hemos sido protagonistas ni actores en todo este proceso social. Fuimos invitados por una de las partes, para que una vez interrumpidos la mesa de diálogo (que se instaló el día lunes, entre el Gobierno y el movimiento indígena), la Conferencia Episcopal y las universidades, en este caso la Pontificia Universidad Católica y la Politécnica Salesiana, fuéramos parte del proceso de mediación. Nos reunimos. Aceptamos. Respondimos que estamos dispuestos a aceptar este servicio, siempre que la contraparte del Gobierno también aceptara esta mediación, de la iglesia católica a través de la Conferencia Episcopal y las universidades. Al existir la voluntad política de las dos partes, se llevó a cabo este proceso de mediación.
En los siguientes días continuarán las mesas de diálogo. ¿Quisieran seguir en el proceso?
Es una pregunta un tanto delicada, porque esta comisión puede cargar sobre sus hombros una responsabilidad que no la buscamos. Pero, por el bien del país, por el bien de la convivencia social, creo que deberíamos estar dispuestos también a seguir adelante en este proceso de mediación. Entiendo que, si fuimos invitados, podemos seguir aceptando esta tarea. Humildemente, con nuestras capacidades y posibilidades.