Las autoridades han diseñado planes de remediación a corto plazo que aún no han sido ejecutados
Los moradores del Inga Bajo, recuerdan con pesar los campos naturales que ahora están repletos de montañas de basura en descomposición, un escenario que en poco más de 20 años, ha quedado completamente alterado y muestra un panorama desolador y maloliente; los vecinos denuncian que el tratamiento que se da en este lugar a los desechos no es el adecuado y que debido a ello las pilas de basura a penas cubiertas con tierra son nidos perfectos para distintas plagas de animales nocivos para la salud.
Las quejas han sido múltiples e incluso durante el mes de enero de este mismo año, se produjeron algunas huelgas por parte de los pobladores, quienes artos de la situación intentaron llamar la atención de las autoridades, las cuales desde el 2021 les han dado largas, ofreciendo realizar remediaciones y correcciones a los sistemas de eliminación de lixiviados. Es en este mes que finalmente la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos y la Secretaría de Ambiente se comprometieron a trazar un plan para el cierre técnico del relleno sanitario y generan un sistema de compensaciones para los afectados, algo que, según los habitantes del sector, aún no se ha dado.
La tierra se ha vuelto intratable, debido a que los sembríos rápidamente son arrasados por las ratas, una plaga que afecta también a los animales de corral que la población intenta mantener como fuente de ingresos y de alimentación familiar. Sin embargo, el olor es la principal denuncia de los vecinos, ya que según indican a partir de las 17:00 en adelante, el hedor se intensifica, algo que al inicio se trataba y era menor, pero que hoy en día se adhiere incluso en la ropa que los habitantes cuelgan para secar.
Si bien las autoridades municipales y de ambiente, han evitado pronunciarse abiertamente por la situación de este relleno, el pasado 25 de marzo del 2022, se anunció que se pondrá en marcha un plan de acción para aumentar la capacidad de almacenamiento y evitar un mayor daño ambiental por el desborde de los residuos lixiviados, ya que según lo reconoció la misma Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos, el relleno ya habría sobrepasado su capacidad para el sostenimiento de esta sustancia líquida que se desprende de la basura en descomposición.
No obstante, poco se ha hablado de otro de los grandes problemas que aquejan a quienes se ven obligados a vivir en este sector, ya que, debido a la contaminación y la situación insalubre, constantemente se ven atacados por infecciones al estómago y dolores de cabeza, algo que es mucho más difícil de sobrellevar ya que en el sector no existe un centro de salud cercano y los enfermos tienen que trasladarse hasta Alangasí o a Píntag, que están a 15 minutos en carro, o a una hora en bus.
Por ahora y en relación al manejo de los lixiviados, la Empresa Metropolitana de Gestión de Residuos explicó que tras fracasar por dos ocasiones la contratación de una empresa que se encargue del manejo de estas sustancias, ahora se estudia la posibilidad de enviar a otro gestor externo dichas sustancias, o contratar a una nueva empresa que pueda manejar los lixiviados dentro del mismo relleno, pero mientras llegan estas soluciones, los problemas para los habitantes persisten sin ser escuchados.
Redacción: Ángel Cóndor