Roberto Marchán aseveró que para luchar contra el crimen organizado hace falta el sistema de inteligencia que se venía construyendo desde el régimen de Rafael Correa.
Roberto Marchán, coronel en servicio pasivo de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE), destacó que toda situación de guerra o conflicto ya sea interno o externo, debe poseer un objetivo político, es decir que la meta debe ser alcanzable, lograble y con un plazo de tiempo determinado.
“De lo contrario nos metemos en un círculo vicioso del que no saldremos”, alertó.
Marchán consideró que los gobiernos toman decisiones desde la desesperación de no saber cómo responder, en este caso a la violencia producida por el crimen organizado, y entonces involucran a otras instituciones como las Fuerzas Armadas, cuya función es la seguridad externa y no la ciudadana.
En ese contexto, Roberto Marchán alertó que las Fuerzas Armadas no pueden entrar en un estado de guerra perenne, porque también se pueden desgastar e incluso existe la posibilidad de que se den casos de corrupción, parecida a la que se denuncia en la Policía Nacional.
“La otra es que cuando se enfrenta a un enemigo difuso que se mimetiza, uno no puede identificar los abusos no premeditados, lo que podría ocasionar falsos positivos, como en Colombia”, remarcó.
El coronel en servicio pasivo remarcó que este tipo de cosas terminará generando un grave deterioro de FF.AA. y con ello la destrucción de sus capacidades y la institución militar.
Roberto Marchán aseveró que para lograr un plan contra el crimen organizado hace falta el sistema de inteligencia que se venía construyendo desde el régimen de Rafael Correa, pero que se destruyó en la administración de Lenín Moreno, aduciendo que era una herramienta de persecución política.
El coronel recordó que si bien existía un servicio de inteligencia previo al gobierno de Correa, este era dirigido al conflicto con Perú, pero una vez que se firmó la paz con el vecino país no se reestructuró, hasta que finalmente se creó la Senain en el 2009, motivado por el ataque de Angostura.
“Se lo puso al mando civil y eso generó problemas porque Fuerzas Armadas y Policía estuvieron en el mismo sistema, hubo resistencia institucional, pero se hizo un fuerte trabajo de institucionalización, era un sistema que empezaba a funcionar, pero llegó Moreno y lo destruyó”, detalló.
Marchán reprochó que por un odio visceral se haya destruido la institucionalidad que toma años construir: “Recuperar eso no es de la noche a la mañana, ni tampoco se lo hace solo con inversión”.
Roberto Marchán reiteró que fue el odio de Lenín Moreno el que permitió un retroceso institucional y posteriormente operó el neoliberalismo con Guillermo Lasso, destruyendo sistemáticamente al Estado.