Editorial de Radio Pichincha
El régimen neoliberal de Guillermo Lasso ha dado muestras -demasiadas año y medio de gobierno- de convertirse en un autoritario a carta cabal. Quiero el control total de todas las funciones del Estado. Lo hizo un tiempo con Guadalupe Llori en la Asamblea, lo hace ahora con Hernán Ulloa en el Consejo de Participación, y ni qué decir de la Fiscalía, Consejo de la Judicatura, las superintendencias y la Contraloría.
Pero como juega con un discurso doble, cargado de eufemismos y con el apoyo cínico de la mafia mediática, cree que nadie se da cuenta, que nos considera unos desvalidos mentales y nos comemos el cuento. Y por supuesto, va a Washington y le miente al presidente de EE.UU. exhibiendo una situación que no existe en Ecuador y con cifras y escenarios distorsionados, producto de su reiterado deseo de confundir sus deseos con la realidad.
Incluso, llegó a decir, sin una pizca de vergüenza que estaría dispuesto a presentarse a la reelección porque ha estabilizado la economía y le ha abierto las esperanzas a todo el país. Por eso debe ser que tiene una alta desaprobación ciudadana, una pésima calificación y una popularidad por los suelos. Si con eso se ganan elecciones, “entonces tiene la segunda presidencia asegurada”. Y así puede agradar a sus amigos banqueros, a ciertos empresarios e importadores que han hecho mucha plata todos estos meses.
Pero para cualquier ingenuo parecería un chiste, pero no lo es. Tal como lo dice un comunicado del ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, hay en marcha un plan para quedarse con el poder total. Ya empezó con una consulta fraguada en los anexos de las preguntas. Ahora con las amenazas veladas y otros no tanto de destituir a 85 asambleístas de la oposición. Y si fuera un chiste, entonces no solo es de mal gusto sino de una pésima exposición de un coeficiente intelectual por debajo de la media o más abajo.
Los neoliberales extremos siempre quieren el control total, el poder absoluto y el país mismo a sus pies. ¿Sino como han hecho fortunas aquellos autoritarios conservadores de África, Asia o alguno que otro de Europa? ¿Acaso el neofascista Volodímir Zelenski no es la representación absoluta del interés totalitarista de copar espacios a costa de asesinar a la población rusa asentada en territorio ucraniano?
Si Lasso quiere ese poder total para asegurar los negocios de sus amigos, estamos en graves problemas. Si su deseo es la reelección, ¿hasta dónde está trabajando de tal manera que se entienden las amenazas de su ministro de Gobierno, las tareas de Hernán Ulloa o la de jueces de bolsillo y de alquiler para las acciones de protección usadas todo el tiempo?
Feo panorama el que se nos presenta y que revela con toda claridad para qué quiere la derecha el poder y de qué manera respeta la independencia de funciones. PUNTO