La visita del presidente iraní, Hasan Rohani, a Irak, marca una nueva relación geopolítica entre estos dos países, antes enemigos. Si bien el gobierno irakí fue considerado durante varios años una marioneta de la Casa Blanca, en estos momentos la distensión entre ambas naciones permite que se fortalezcan los lazos que redunden en una mayor cooperación comercial, energética y política.
Acuerdos en transportes y energía fueron anunciados ayer por Rohani desde Bagdad, junto al mandatario irakí, Barham Saleh.
La República Islámica de Irán sufre sanciones económicas y comerciales muy severas que hacen peligrar sus acuerdos con Irak. Los iraníes son los segundos proveedores de su vecino, exportando desde gas y vehículos hasta frutas y verduras, pasando por electrodomésticos.
Rohani se encontró con el primer ministro Adel Abdel Mahdi y también con los seguidores de la fe chií de las ciudades irakíes al sur de Bagdad, Kerbala y Nayaf, donde también tendrá una audiencia con el gran ayatolá Ali al Sistani, máxima autoridad religiosa para la mayoría de los chiíes de Irak.
Luego del derrocamiento y asesinato de Sadam Husein la relación entre ambos países, enfrentados durante una guerra prácticamente toda la década del 80, se fue recomponiendo. Incluso han sido aliados en el combate de los extremistas del Estado Islámico. Fuerzas chiíes armadas y financiadas por Irán combatieron en Irak a los terroristas.