Editorial de Radio Pichincha
Han pasado las fiestas y la fraternidad que ellas convocan en las familias. No han sido celebraciones muy sentidas porque no hay mucho que celebrar, valga la redundancia. Por el contrario, terminamos el año y empezamos este 2024 como si ese límite imaginario no existiera para los criminales y para las bandas delictivas.
Por más esfuerzos que hagamos por imaginar, de inmediato, un futuro distinto, la realidad nos abofetea todos los días. Hoy empezamos una semana, un mes y un año que tiene por delante solo incertidumbre. Las cifras económicas y sociales están a la mano y para que se reviertan serán necesarias acciones urgentes, radicales y hasta innovadoras, caso contrario tendremos el mismo o peor panorama, al menos, el próximo semestre.
Será muy importante tomar conciencia de la realidad para actuar, no podemos seguir con distractores o construyendo ídolos de barro desde shows mediáticos y juegos perversos de la justicia. Si de verdad quieren darle seguridad a la POBLACIÓN, A LOS MÁS NECESITADOS, dejen ya por favor el show de las persecuciones y de los montajes judiciales. Por si fuera poco, tras las festividades no hemos visto un solo jefe de una banda preso o la depuración de esas instancias donde los narcotraficantes y los delincuentes de cuello blanco siguen haciendo sus negocios.
Han salido muy bonitas las fotos de las celebraciones de quienes tienen plata y condiciones para ello, pero no hemos dejado de ver las carreteras llenas de gente pobre mendigando regalos navideños, en los barrios más necesitados donde la energía eléctrica se corta sin aviso previo o donde no llegan los servicios públicos de manera regular.
Es tal el nivel de insensibilidad que regodearse de fotos con pavo o ropa nueva nos ha creado una realidad ficticia, como si lo que yo vivo, como, consumo y celebro, estuviera en las mesas y hogares de más de 5 millones de ecuatorianos, si no son más.
Siempre hemos creído que estás fiestas elevan el espíritu solidario y familiar. Y está bien, pero vemos poco cambio a favor de los que más necesitan. Y nos hemos vuelto tan indolentes que los hospitales públicos, durante el feriado, estuvieron llenos y no había para atender ni con medicamentos elementales para una afección menor, mucho más si se trataba de una operación de emergencia.
Eso sin contar que se reportaron 5 970 incidentes, solo en Guayaquil, entre ellos, 337 robos, 228 escándalos en la vía pública y 161 casos de violencia intrafamiliar.
Y repetimos finalmente: no hay un solo indicio de que la situación mejore en las próximas semanas. Algunos dirán que el Gobierno tiene apenas cinco semanas en el poder, pero también es cierto que desde el 15 de octubre sabía el país que recibía y las urgencias con las que se debería inaugurar su gestión. Si no fuera porque algunos municipios y prefecturas “parchan” los huecos que deja el Gobierno Central, otro y más dramático sería el panorama. PUNTO