251 diputados fueron suficientes para que la denuncia contra el gobernante de Brasil, Michel Temer, fuera desestimada. Pese a que 233 diputados consideraban que había pruebas suficientes para que la investigación en contra del dirigente del PMDB y su entorno avanzara, el Congreso volvió a cubrir con un manto de impunidad la denuncia del Ministerio Público.
La sesión fue grotesca, como nos hemos acostumbrado a que sean las sesiones del Parlamaneot brasileño, seis horas fueron necesarias para conformar el quórum necesario de 342 diputados. La denuncia contra Temer y varios de sus ministros, incluía el delito de obstrucción a la justicia y asociación ilícita para cometer delitos.
La comisión parlamentaria que revisó el caso recomendó al pleno que desestimara la denuncia, como hiciera con la anterior. La compra de voluntades por parte del Ejecutivo fue flagrante en esta oportunidad, entregando puestos claves a diputados de otros partidos y presentando proyectos de ley que favorecen a sectores estratégicos de la economía, como el agrícola, que se vio beneficiado de la abolición de la ley que abolía la esclavitud.
En la denuncia, de 245 páginas, el Ministerio Público aseguró que Temer y sus secuaces recibieron desde que ocuparon el poder a través del golpe de estado parlamentario contra Dilma Rousseff, al menos 182 millones de dólares de “propinas”.
Temer ya se había salvado de una denuncia por corrupción en agosto pasado, gracias a una ardua articulación política que permitió que 264 diputados votaran contra la imputación, por 227 a favor.