A través de los medios de comunicación estadounidenses nos hemos enterado que un solicitante de asilo de origen hondureño se suicidó en la cárcel de Starr County, en Texas, luego de ser atrapado al intentar ingresar a los Estados Unidos con su mujer y su hijo d etres años y ser separados.
La policía fronteriza le quitó a su hijo de los brazos por la fuerza y fue trasladado a una cárcel cercana, en la que fue hallado muerto la mañana siguiente, ahorcado.
Los hechos ocurrieron a mediados de mayo, pero el caso se había mantenido en reserva, hasta las últimas horas en las que The Washington Post contó que Marco Antonio Muñoz se “descontroló” cuando los agentes le avisaron que le quitarían a su hijo, según el testimonio de la propia policía.
Esto generó estupor al conocerse en medio del debate sobre la separación que realizan las fuerzas de seguridad de los menores, de sus respectivos padres o acompañantes. Una práctica que ha levantado una fuerte resistencia de los colectivos de solidaridad con migrantes.
La congresista de Washington Pramila Jayapal criticó duramente al Gobierno de Estados Unidos luego de haber visitado a mujeres solicitantes de asilo que están recluidas en el Centro Federal de Detención en Sea Tac, cerca del Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma.
“La mitad de esas mujeres, o más, tienen hijos de los que fueron separadas por la fuerza. Nunca tuvieron oportunidad de despedirse de ellos. La gran mayoría de esas mujeres ni siquiera sabe dónde están sus hijos. Lo que vi fue absolutamente espantoso, lo que vi y escuché. Siempre hemos tenido un problema con la criminalización de los inmigrantes, pero esto es un nuevo nivel de bajeza: arrojar a solicitantes de asilo en una instalación penitenciaria, sin garantizarles ningún derecho humano básico y, lo peor de todo, separando a las madres de sus hijos”, dijo la congresista en comunicación con Democracy Now!