Uno sabe cuándo comienzan las luchas, pero no cuándo terminan, le dijo Pedro Restrepo a su hija, María Fernanda
Cada miércoles, desde 1988, frente al Palacio Presidencial, Pedro Restrepo y Luz Elena Arismendi exigían verdad y justicia. Sus hijos, Santiago y Andrés, de 17 y 14 años, desaparecieron el 8 de enero de ese año.
¿Qué ocurrió?
¿Dónde están? ¿Dónde están? ¿Dónde están?
Parece que solo la primera pregunta tiene una respuesta. Según las investigaciones, fueron encarcelados sin fundamento legal, torturados y asesinados por agentes de la Policía durante el Gobierno de León Febres Cordero.
Su madre, inmortalizada en una fotografía en la que carga un cartel que dice: “Por nuestros niños hasta la vida”, murió en junio de 1994, en un accidente vial. Recibió una verdad incompleta. Nunca supo el paradero de sus niños.
María Fernanda Restrepo, la menor de los tres hermanos ya nos decía en “Con mi Corazón en Yambo” que no habrá ni perdón ni olvido. Ahora teme que su padre tampoco pueda conocer la verdad.
El caso fue juzgado como un crimen de Estado, Estado que, hasta el momento, aún no ha podido aclarar ni juzgar a los responsables de este hecho que marcó un giro en la lucha por los derechos humanos en el país y, sobre todo, por los que se van quedando sin voz.
“La verdad la necesitamos, la verdad la exigimos y tendrá que llegar. Después de 32 años, seguimos como si fuera ayer, pidiendo verdad, justicia y castigo”, dijo Pedro la mañana de este 8 de enero de 2020
Su lucha visibilizó una problemática latente: las desapariciones y la falta de acción por parte del Estado.
Un acto de memoria como símbolo de protesta. Como cada 8 de enero. Porque no hay justicia sin verdad, y no hay verdad sin memoria.