Consulta popular, que se desarrollará también el 20 de agosto, busca definir el destino de un tesoro natural. Se decidirá en torno a dejar bajo tierra el petróleo para proteger la biodiversidad y a las comunidades indígenas o impulsar el desarrollo económico.
En el corazón de la exuberante selva amazónica de Ecuador está el Yasuní, el sitio más biodiverso del planeta. Ahí mismo se explotan los campos Ishpingo- Tambococha- Tiputini (ITT). Desde hace más de 10 años, alrededor de esta reserva se ha desatado un intenso debate entre quienes defienden la extracción para impulsar el desarrollo económico y aquellos que abogan por su preservación, para salvaguardar la biodiversidad y proteger a las comunidades indígenas.
Este 20 de agosto, después de una década, el colectivo Yasunidos logrará que el pueblo ecuatoriano decida el futuro del Yasuní ITT mediante una consulta popular. Su objetivo es recabar el apoyo de la ciudadanía para dejar bajo tierra el petróleo y buscar alternativas sostenibles de desarrollo económico.
La consulta popular plantea una pregunta clave a los ecuatorianos: ¿Está usted de acuerdo en dejar bajo tierra, de manera indefinida, el petróleo del Yasuní ITT, conocido como Bloque 43?
«No es tarde para salvar el Yasuní»
A pesar de que han pasado 10 años, Antonella Calle, vocera de Yasunidos, sostiene que aún “estamos a tiempo de salvar el Yasuní”. La activista ambiental explica que hay una parte importante del parque que está junto a la zona intangible, hábitat de pueblos en aislamiento voluntario, en este territorio, que aún no está siendo explotada.
De ganar el sí en la consulta popular, Antonella Calle enfatizó que se espera que, de manera progresiva, en un plazo de un año, las actividades extractivas se detengan y toda la maquinaria sea retirada de la zona.
¿Cuánto se pierde? ¿Qué se gana?
Este proceso tendría un costo aproximado de USD 500 millones según explica Nelson Baldeón, constructor en geopolítica energética, “a esto se suman los cerca de USD 2 000 millones invertidos en maquinaria e infraestructura, que ya está instalada para la extracción de petróleo”.
Baldeón defiende la postura de que la extracción del petróleo en el ITT debe continuar. No hacerlo, sostiene, implicaría problemas económicos que “no dimensionamos”, sumado a los empleos que se perderían, al menos 900 personas de la zona trabajan en los pozos, sin contar a las personas externas.
“Lo que se debe exigir al Estado es que opere con maquinaria que mitigue el impacto ambiental, esta maquinaria existe (…) no se trata de elegir entre la extracción del petróleo y la conservación de la naturaleza sino de equiparar las dos cosas”, señala Nelson Baldeón.
Sobre esto, Calle, de Yasunidos, hizo hincapié en la necesidad de cambiar la percepción arraigada de que el petróleo es una fuente inagotable en Ecuador.
«Las reservas del país se están agotando, y es inevitable que en algún momento esto suceda. En algún momento se van a tener que retirar del territorio, las empresas tienen previsto un presupuesto para eso «, sostuvo Antonella Calle.
Además, instó al Estado a emprender un proceso de reparación en la zona, considerando el antecedente de la compañía petrolera Chevron-Texaco, cuyas afectaciones ambientales se sienten hasta la actualidad en Orellana, una de las principales zonas de la Amazonia, en donde operó.
En medio de esta discusión sobre el futuro del Yasuní ITT, Calle resaltó la importancia de diversificar la economía del Ecuador y explorar otras alternativas sostenibles, como el turismo.
Según datos proporcionados por Yasunidos, por cada empleo perdido en el sector petrolero, se pueden generar en el sector turístico hasta 25 empleos adicionales.
Sin embargo, advirtió que es necesario impulsar el turismo de manera responsable y buscar un equilibrio con la conservación de los recursos naturales.
Calle, de Yasunidos, también hizo referencia a la responsabilidad de las empresas petroleras y cuestionó la veracidad de las cifras oficiales proporcionadas por el gobierno ecuatoriano.
Según ella, el petróleo del Yasuní ITT representa apenas el 0.5% del Presupuesto General del Estado, “mientras que dejar de exonerar impuestos a las empresas más ricas del país podría aportar hasta el 20% del Presupuest”.
No es la primera vez que se quiere defender el Yasuní
Desde su descubrimiento, el Yasuní ITT se ha convertido en un símbolo emblemático de los desafíos que enfrenta Ecuador en su lucha por encontrar un equilibrio entre la conservación ambiental y el progreso económico.
La iniciativa Yasuní-ITT, lanzada en 2007, buscaba dejar el petróleo bajo tierra a cambio de una compensación económica internacional. Esta propuesta, considerada innovadora en su momento, tenía como objetivo preservar la biodiversidad del parque nacional y evitar las emisiones de gases de efecto invernadero, resultantes de la extracción petrolera.
No obstante, a pesar de los esfuerzos por recaudar fondos a nivel internacional, en 2013 el gobierno ecuatoriano decidió abandonar la iniciativa debido a la falta de compromiso financiero por parte de la comunidad internacional. Esta decisión dio paso a la explotación petrolera en el Yasuní ITT, lo que generó un fuerte impacto tanto en el aspecto ambiental como en el social.
La respuesta a esta pregunta trascendental puede sentar un precedente importante en la relación entre el desarrollo económico y la preservación ambiental en Ecuador.
Los defensores de la consulta sobre el Yasuní argumentan que dejar el petróleo sin explotar representa una oportunidad única para demostrar al mundo que es posible priorizar la conservación de la biodiversidad y el bienestar de las comunidades locales sobre los beneficios económicos. Además de un paso importante para la democracia en el país.