Editorial de Radio Pichincha
Uno de los pilares de la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, como puntales del nivel de violencia al que hemos llegado, es el trabajo policial, no necesariamente en la calle, en las patrullas y/o en las Unidades de Policía Comunitaria. Todos sabemos que los grandes éxitos en el combate a las mafias está en el modo que se ANTICIPA SU ACCIÓN Y CON ELLO SE EVITA EL COMETIMIENTO DE LOS GRAVES DELITOS.
Y ese trabajo es de los grupos de inteligencia, de esas organizaciones que trabajan sostenidamente y con mucho riesgo. Incluso, buena parte de su trabajo es precisamente detectar, infiltrar y capturar a los integrantes de esas mafias. Para eso, por supuesto, es necesario una enorme capacidad, un excelente rendimiento profesional, una tecnología moderna y, sin duda alguna, presupuesto.
Hasta ahora ese trabajo no se nota, se siente deficiente o está ocurriendo que el fenómeno es al revés: los criminales infiltran, detectan y cooptan a los policías. Algunos policías lo dicen, lo comentan en voz baja y hasta tienen miedo porque en ese sentido es que resulta imposible doblegarlos.
El coronal Fausto Cobo dirige la Inteligencia del Estado y parece que por sus manos o escritorio no pasa precisamente una buena calificación. Al contrario, todo indica que está más ocupado en infiltrar a los adversarios políticos, a los candidatos opositores a este Gobierno. ¿Hemos escuchado al respecto algo al general Wagner Bravo, el súper ministro de Seguridad? No queremos que nos den la estrategia o las tácticas sino resultados concretos, que sean notorios y expliquen esas estrategias o tácticas.
Pero es claro que el gobierno de don Guillermo de todo esto no entiende nada, solo exhibe libretas bien impresas y unas cuantas frases llenas de lugares comunes. Y así no se hace un Gobierno responsable. PUNTO