Las idas y vueltas judiciales del expresidente Michel Temer permiten ocultar otras cosas que ocurren en Brasil y que afectan la imagen del actual mandatario Jair Bolsonaro. A su ligazón con los sicarios que asesinaron a la concejala Marielle Franco, ahora se suma el asesinato de Dilma Ferreira Silva, coordinadora regional del Movimiento de Afectados por Represas (MAB en portugués), en Tucuruí, en el estado de Pará.
“El MAB exige que las autoridades investiguen rápidamente y tomen medidas de seguridad para los afectados por represas en todo el país”, comunicaron sobre el asesinato ocurrido el Día Internacional del Agua, el 22 de marzo.
En 2011, Silva había participado de una audiencia pública con la entonces presidenta Dilma Rousseff, en la que le entregó un documento para la creación de una política nacional de derechos para los afectados por represas, con un enfoque de género para las mujeres afectadas.
En Tucuruí, durante la dictadura militar se construyó la hidroeléctrica más grande del país, para lo que fueron desplazadas 32 mil personas, quienes no han sido todavía reparadas.
La expresidenta Rousseff se solidarizó con el MAB y lamentó profundamente este crimen, al que enmarcó dentro de una ola de asesinatos de líderes sociales avalada “por el discurso de odio y la negligencia del actual gobierno”.