Tras 80 días de reclamos pacíficos en la localidad marroquí de Jerada por la situación de penuria económica que vive la población y la situación de abandono social que viven los habitantes de esta zona del este marroquí, la manifestación de este miércoles terminó con fuertes disturbios.
La policía aseguró tener 200 heridos entre sus efectivos. La cifra de heridos entre los manifestantes es incalculable, ya que no hubo asistencia hospitalaria y todos los manifestantes volvieron a sus casas como pudieron.
La ciudad se encuentra en estado de parálisis total, mientras un joven se bate entre la ida y la muerte luego de ser atropellado por una patrulla policial.
La precariedad es el mayor reclamo, la exigencia es que se encuentre una salida económica viable para toda la población. Nadie sale de sus casas desde la fuerte represión, ni siquiera los niños han ido a clase. Algunos medios hablan de “ciudad muerta”.
Previo a esta manifestación habían ocurrido detenciones masivas y las organizaciones defensoras de derechos humanos exigen que el gobierno abra un diálogo multisectorial y deje en libertad a las decenas de detenidos.
“No es la represión lo que va a arreglar los problemas de Jerada”, se queja Said Zeroual, responsable local de la Asociación Marroquí de los Derechos Humanos. En la capital, el gobierno aprovechó las imágenes del miércoles para criminalizar a los manifestantes y calificarlos de “violentos”, pretendiendo justificar la inacción y la falta de diálogo.
Said al-Manjami, uno de los activistas de Jerada explicó que durante dos meses y medio el movimiento se había mostrado cívico y pacífico y espera que eso siga siendo así, incluso resistiendo, como lo han hecho, a las provocaciones de la policía, ni a las prohibiciones, el acoso, la opresión y arrestos a los que fueron sometidos. “Fuimos disciplinados y evitamos que esto pudiera escalar”, precisó.
Para luego explicar que los trabajadores realizaron su concentración en las afueras de la ciudad para no ser acusados de entorpecer el tránsito o amenazar la seguridad interior. Cuando la policía insistió en dispersarlos, incluso en estas condiciones, fue cuando una parte de la población reaccionó a las agresiones.