Salir del ‘clóset’ es una decisión arriesgada en Ecuador por el contexto violento contra las diversidades. Sin embargo, con un atrevido grito o con una voz entrecortada, la población Lgbtiq+ lo ha hecho. Estas son siete historias de personas que incineraron su ‘clóset’ para nunca más volver a él.
Punto Noticias. “¡Mierda! De qué reivindicaciones de derechos estás hablando, Marifranci, si ni siquiera en tu trabajo puedes llegar con la estética que te corresponde”. Le dijo al taxista: “Señor, vamos directo a mi oficina”.
11 de mayo de 2011. Marifrancis Córdova recuerda con exactitud la fecha porque decidió llegar al trabajo con la estética que le correspondía. Pensó en regresar a su casa, quitarse el vestido y colocarse el terno que usaba para el trabajo. “Llegué y me senté en mi puesto. Mis compañeros se quedaron mirando”.
Afortunadamente, cuenta, nunca tuvo que dar explicaciones, aunque se las hayan pedido. “Hay dos formas de salir del clóset. Una, pidiendo permiso y, la otra, simplemente mandado a la mierda a toda la gente. Y yo decidí mandar a la mierda a todos”.
Pero hay más fechas en las que el fuego se apoderó de ella y quemó el ‘clóset’ en el que estaba. 7 de octubre de 2007. La primera vez que salí vestida con estética de mujer. 21 de abril de 2001. Conoció el “Dionisios Café Teatro”, su puerta de entrada a lo trans.
“El hecho de no tener que vestir una estética que no me correspondía fue lo más liberador en mi vida, por eso recuerdo tan fervientemente la fecha”, dice Marie Francis, quien continúa laborando en el Senescyt, desde aquel día. “Ninguna familia merece que tengas que callar lo que eres. Ningún ámbito familiar, religioso, político o laboral”.
Considera que “salir del clóset” (en el que nunca, nadie, debería estar) es un proceso que fortalece la comunidad. “Estar dentro, lo que único que provoca es que te invisibilizas”.
Las llamas del coraje también consumieron el clóset de Fernando Cerón, presidente de la Casa de las Culturas de Ecuador. “Papá soy gay”. Lo dijo a los 15 años en su casa, en Ambato. “De ahí en adelante, he tenido la necesidad de hacerlo porque entiendo mi existencia desde el reconocerme como un hombre gay cisgénero”.
Aunque del clóset quedaban cenizas, hubo momentos en que intentaron construir gigantescos armatostes para encerrarlo nuevamente. “Cuando fui candidato a la dirección del núcleo de la Casa de la Cultura de Tungurahua usaron mi orientación sexual para hacer campaña en mi contra. Básicamente decían: es gay no voten por él”.
En otro momento, fue precandidato a asambleísta de Tungurahua por Pachakutik. “Se utilizó con mucha fuerza que no podía serlo porque era gay, que las comunidades no lo entenderían”.
Esa misma violencia y discriminación la palpó cuando acompañó a la población Lgbtiq+ de las comunidades indígenas de la sierra, donde muchos fueron ‘ajusticiados’. “La importancia de enunciarse es que valientes compañeros salieron de ese clóset y dijeron: soy gay, soy lesbiana, soy trans. Sus voces terminaron en castigos y expulsiones, pero abrieron el camino para que esto no vuelva a pasar”.
En agosto de 2021, asumió la presidencia de la CCE y -lo dice entre risas- ahora resulta que el jefe es gay. “En una estructura muy patriarcal, se generan ciertas sensibilidades, que también se filtran en los núcleos provinciales cuando ciertos directores, aparentemente más conservadores, toman otras posturas”.
El closet de David Revelo se quemó por partes. “A los 18 años, a la primera persona que le dije fue a un amigo. Su primera reacción fue hermosamente positiva. Luego, le dije a mi familia, primero a mi mamá y, luego, a mi papá”.
En el resto de espacios, dice, no lo ha dicho porque cree que su expresión lo delata y la gente sola lo entiende.
Pero hubo otro ‘clóset’ del que tuvo que salir. “Contar que eres VIH ceropositivo a tu familia, amigos y hasta en el trabajo, cuando pides permiso para las consultas médicas es como salir, nuevamente, de un clóset”.
Es muy activo en redes sociales y sus hilos sobre true crime han sido muy leídos. Utilizó ese espacio también para apoyar y ayudar a otras personas/generaciones para no vivir o, al menos no tan fuerte, lo que él tuvo que pasar.
Las parejas heterosexuales salen a pasear, cuenta, se toman de la mano, se dan un beso o dos. Pero las parejas homosexuales constantemente deben analizar si es seguro expresar su afecto. Si es seguro tomarse de la mano con su pareja o si un simple abrazo pueda significar insultos, golpes o la muerte.
Larry Aguas o más conocido como Larry Cai FreeSoul quemó su ‘clóset’ con cada uno de los prejuicios y dictámenes religiosos que le negaban su existencia. “Hasta mis 21 años, todos sabían menos mi familia. Ahí, era un Larry distinto. Mi mamá era homofóbica y mi papá es militar. Tenía miedo por las historias de las familias que les botan de la casa por esta razón”.
Finalmente, lo dijo. Pero a su familia le tomó bastante tiempo aceptarlo. “Mi mamá me decía: si eres gay, bueno, pero que no se te note”. Pero era imposible, cuenta entre risas, porque su expresión era muy evidente.
“Mi padre aún no lo sabía. Una amiga de él vio una publicación que puse en mi Facebook y le contó a mi papá. Pero le dijo un montón de mentiras más: “Ahí está, tu hijo salió maricón. Anda buscando hombres viejos por amor y por dinero”.
Recibió una llamada de su papá, que no estaba en el país. “Le dije que sí es verdad. Lo de los viejos no, obviamente, -se ríe- pero sí la parte de que soy gay”. Su padre intentó tener una relación, pero nunca hubo una buena química. Larry se dedicó al arte drag y constituyó la glamurosa “House of FreeSoul”. Son cuatro generaciones de artistas drags que se han formado con él.
Salir del clóset, dice, significa pagar ciertos precios. Facturas que las personas heterosexuales no tienen que enfrentar. “En el mundo ideal no habría etiquetas, no debería definirme como homosexual, solo querer a quien quiero. Todo tiene que ver con educación para saber que el género es muy amplio”.
Su vida la ha transformado en una gran pasarela, no teme ser quien es y tampoco pide permiso para serlo. Pero hay riesgos que espera que terminen. “A veces me olvido que ir a una cafetería y ser quien soy, puede ser peligroso porque capaz me encuentro con un homofóbico. Es muy agotador para los homosexuales que, en cada entorno, debes cachar si es peligroso o no”.
Camila Aguirre tuvo el cariño de su familia y amigos para quemar, juntos, su ‘clóset’. “Lo más difícil para mí fue salir internamente. Siempre me gustaron niños y niñas, pero crecí viendo relaciones heteronormadas”.
En la Universidad Central, en la Facultad de Artes, se dio cuenta que una compañera le gustaba y empezó a cuestionarse sobre su sexualidad.
“Fue aceptar que también me gustan las mujeres. Siento que me apoyó full mi familia, pero fue duro, en mi caso, romper la heteronorma que estaba en mi interior”.
Es presidenta de la Juventud Revolucionaria del Ecuador – Pichincha y es candidata a la Asamblea Nacional 2023-205 por la alianza “Claro que se puede”. “Es un enorme desafío. Vivimos en un país conservador, demasiado violento con las diversidades. Decir en política que eres una candidata de la comunidad suele ser más perjudicial, pero lo hacemos para que las nuevas generaciones puedan ver que ser diferentes no está mal y existan referentes positivos”.
Para Ninari Chimba, de la comunidad de Panzaleo-Otavalo, su ancestralidad fue ese fuego inextinguible que consumió su ‘clóset’ y espera que se propague al resto. “Soy la primera mujer lesbiana declarada abiertamente en mi comunidad. Trato de ocupar todos los espacios que pueda para joder a la gente porque les jode mucho ver a una mujer con anaco y lesbiana”.
Solo por ser indígena, dice, existe una fuerte exclusión racista, mucho más siendo lesbiana. “La población blanco mestiza es la que tiene más visibilidad y no nos reconocen. Sin ese reconocimiento se mantiene la colonialidad y eso no nos permite salir del clóset”.
De más wambra, cuenta Ninari, se preguntaba si amar a otra mujer es solo un derecho de la población mestiza. “Qué más colonial y racista que crecer con una limitación de un derecho como el de amar a otra persona”.
Orgullo, sí, dice Ninari. Orgullo de pertenecer a los pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador. Su lucha es por el reconocimiento de su comunidad, de sus compañeras y compañeros de la población Lgbtiq´. “Orgullo, cuando no haya población indígena que niegue ser indígena y que no niegue su orientación sexual”.
Arley Ruiz utilizo las presiones familiares y sociales para incinerar, no solo su ‘closet’, también el de muchas personas que acuden a él por ayuda. “¿Por qué no tienes novia? ¿Por qué no te casas?. Me dijeron que te vieron con alguien. Fueron comentarios que me hacían sentir muy incómodo y fue ahí cuando les dije soy gay”.
Su familia ya lo sospechaba y únicamente esperaban que él les confirme o que salga del ‘clóset’. Para las diversidades es un estrés adicional pensar cómo se lo dices a tu familia que res homosexual. “Son preguntas que nunca se hacen los heterosexuales, pero las personas de la diversidad se lo hacen de manera constante. Eso, estrés se replica con los amigos o en cualquier otro espacio en el que te presionan para hacerlo”.
Para él fue un proceso difícil hasta que su familia lo entienda y acepte. “Al inicio mi familia tuvo comentarios muy fuertes de rechazo. Me dijeron que yo no debería ser gay y muchas cosas más, pero con el tiempo lo entendieron y ahora –dice entre risas- incluso extrañan más a mi pareja”.
Es psicólogo y trabaja con personas de la diversidad en su centro Conexión Afirmativa. “Acercarme a este trabajo fue recordar mi historia, la depresión, la ansiedad que tenía. Pero es ayudar a que no pasen por eso mismo. Para que tengan más herramientas para salir del ‘clóset’, si así lo desean”.
Tiene claro que, si bien la visibilidad es importante, hay que revisar en qué circunstancias está cada persona. “Hay entornos familiares muy violentos en los que confesar la orientación sexual puede poner en peligro inminente su vida”.
Sin embargo, cree que hay una línea muy delgada entre esa intimidad, que pone en riesgo su vida, a estar escondiendo únicamente para que todos estén bien, menos tú. “No podemos seguir escondidos en un clóset porque esta apertura da confianza para el resto también pueda salir”.
Quienes encienden la llama abren un camino de furia y su determinación se propaga, inspirando a otros a enfrentar sus propios clósets. En medio de la oscuridad, el fuego lo quemó todo. Prejuicios, candados, presiones.
Todas y todos tuvieron que ver personajes Lgbtiq+ ridiculizados, estereotipados o únicamente con finales aterradores. De ahí, acuerdan, la importancia de tener referentes en todos los espacios con representaciones positivas. En la televisión, el cine, la literatura, en los espacios laborales, educativos, en la familia, en los hospitales, en el deporte.
En esa hoguera, con las heridas curadas con fuego, Arley, Ninari, Camila, Larry, David, Fernando y Marie Francis – así como Pamela, Rocío, Sebastián, Mireya, Jaime, Odalys, Nacy, Pablo, Julio, Raúl, Dolores, Manuela y los que aún no han salido- resisten a la violencia homofóbica, lesbofóbica, transfóbica, racista y clasista en Ecuador.