Se espera que los rumanos y rumanas aprueben en referéndum una modificación en la Constitución del país que prohíba de manera más rotunda los matrimonios entre personas del mismo sexo.
EL texto actual define al matrimonio como la unión “entre esposos” y la campaña motorizada por la Iglesia Ortodoxa quiere que sea definido como la unión “entre un hombre y una mujer”.
El alto nivel de homofobia que reina en el país genera la sensación de que la mayoría de la población votará por el sí en la consulta y de esa manera se cerrará la puerta legal de manera definitiva a los enlaces entre personas del mismo sexo, algo que estaba, de todas maneras, prohibido en el país.
Los militantes de las diversidades y disidencias sexuales consideran que este cerrojo dificultará mucho más un cambio de paradigma futuro y temen que fomenten las tendencias reaccionarias ya existentes en la sociedad rumana.
En cualquier caso, con esta disputa, como con otras similares, se logra imponer una división social brusca, ideológica y hermanada con las creencias espirituales y morales, lo que genera tensión y fragmentación.
“Por una parte está la gente ‘respetable’, que defiende los valores de la familia y, por otra, quienes ‘amenazan’ estos valores y deben ser castigados”, lamenta Florin Buhuceanu, activsta de la comunidad LGBT de 47 años a AFP.
Si la participación del referéndum es menor al 30 % de los electores inscritos, la co nsulta no tendrá validez, algo que alimentaría ciertas esperanzas en el colectivo LGBT.
Desde el oficialismo, la primera ministra Viorica Dancila, intentó explicar que “este referéndum no va contra las minorías sexuales”, pero el discurso suena a hueco. Más, teniendo en cuenta que militantes de su partido recorren el país haciendo campaña con mensajes como “Si no votas, dos hombres podrán adoptar a tu hijo”.
La historia europea marcada por los genocidios instrumentalizados por supremacistas raciales que persiguieron a minorías en múltiples países, demuestra que este camino elegido por Rumania conduce a los peores recodos de la historia reciente, como ya sucede con decisiones políticas tomadas por los gobiernos polaco, húngaro, austríaco y otros. El fundamentalismo crece.