Editorial de Radio Pichincha
La conferencia de prensa de ayer, del ministro de Economía del gobierno de Daniel Noboa deja en claro algo puntual: nada está claro, no hay metas económicas ni cifras ponderadas de lo que sería la gestión, en este aspecto, para el año venidero.
Sin subestimar la herencia de Lasso, también es cierto que la información de las cifras macroeconómicas estaba ya a la mano de todo el mundo en el último trimestre de este año. En otras palabras, el diagnóstico estaba y nos faltaba el “tratamiento”, la “terapia” o simplemente, como se acostumbra al iniciar una gestión, el plan y sus objetivos.
No es menos cierto también que los índices no solo pasan por una gestión de pésima calidad del anterior Gobierno, sino que hubo datos que no coincidían con la realidad, como el propio presidente Noboa anticipó en las pocas intervenciones que ha tenido. Por ejemplo, baja ejecución presupuestaria implica que se definieron montos para la inversión y para el gasto, pero no se hizo nada, no se gastó en otras palabras.
Y eso es un solo dato.
Otro que es muy importante es el crédito internacional y los costos de esos créditos se conocían desde hace mucho tiempo atrás. Por tanto, era información pública. Y siendo así no se trataba de un slogan de campaña sino de una responsabilidad concreta decirnos para qué se usaría ese crédito y cómo afrontaríamos en las cuentas fiscales.
Incluso, para ir más allá, parte de la discusión que nos quieren imponer los economistas ortodoxos es cómo financiar el déficit y siempre saldrán con lo de siempre: los subsidios a los combustibles. Ya vivimos en dos ocasiones, dos paros nacionales y levantamientos populares y sabemos lo que implica eso para una economía como la ecuatoriana. Tras esos dos acontecimientos se frenó el incremento de los precios y la economía siguió funcionando porque habían otras alternativas.
Lo que pasa es que no se ha tocado el meollo del asunto: la evasión fiscal y las deudas con el SRI de los grandes grupos económicos y las poderosas empresas. Los expertos hablan de que solo de cobrarles ya tendríamos más de 5 mil millones de dólares y con eso se evitaría eliminar subsidios. No hay que olvidar que eliminarlos significaría un encarecimiento de todo, de precios de productos y servicios, lo cual provocaría una escalada inflacionaria que en dolarización es mortal para las pequeñas empresas y para quienes viven de un sueldo fijo.
Por tanto, si no hay claridad en la exposición de las soluciones, si no hay un plan que al menos nos diga para dónde quieren dirigir la economía, todo lo que sueltan como gotero son soluciones parche. Políticamente se entiende que el presidente Noboa piense más en la reelección en el 2025 y por eso también se ocupa más de una consulta que de otra cosa. Sin embargo, al cierre del 2023 la situación es cada vez más complicada y sin certezas, de entrada, diremos que el 2024 no se ve para nada ni esperanzador y menos con signos de mejoramiento para las clases medias y bajas de este país. PUNTO