Hace dos años en la localidad de Orlando, en el estado de Florida en Estados Unidos, ocurrió la mayor masacre contra la comunidad LGBT en el país, cuando el ciudadano Omar Mateen ingresó a la discoteca Pulse con un fusil de asalto y una pistola automática y comenzó a disparar indiscriminadamente contra los anfitriones y participantes de una fiesta latina, en su mayoría puertorriqueños.
Mantuvo a treinta personas como rehenes durante tres horas y se identificó como miembro del grupo terrorista Estado Islámico.
Este 12 de junio fue declarado por el gobernador Rick Scott, como “Día del recuerdo de Pulse”, en “reconocimiento a las 49 vidas inocentes perdidas en el terrible ataque”, señala un documento de la gobernación.
La mayoría de los muertos eran jóvenes pertenecientes a la colectividad LGTB.
Al mismo tiempo que se homenajeaba a las víctimas, también Florida, en las inmediaciones del complejo golfístico Mar-a-Lago, propiedad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, activistas y estudiantes se manifestaron para exigirle al gobierno que tome medidas para enfrentar la violencia de las armas de fuego. Los jóvenes se tendieron en el suelo simulando estar muertos.
Entre quienes se sumaron a esta protesta estaban los sobrevivientes de la masacre de la escuela Marjorie Stoneman Douglas, de Parkland, Florida, donde a principios de este año, un hombre armado asesinó a 17 personas.