Por: Andrés Luna Montalvo.
Como condición para firmar su contrato que lo vincula a la Federación Ecuatoriana de Fútbol, el entrenador Jordy Cruyff pidió una cláusula que lo libere en el caso de que el Barcelona de España requiriera sus servicios. El club catalán es uno de los principales en el planeta, cinco veces campeón de la UEFA Champions League y 26 de la Liga Española, es el sueño de cualquier profesional vinculado al fútbol. Cruyff no tenía por qué ser la excepción.
La cláusula no pareció motivo de escándalo al principio. Era una condición del entrenador y en una mesa de negociaciones se evaluarían los riesgos de la misma y se optó por el costo-beneficio de aceptarla. Sin embargo, su posible aplicación llegó pronto. Xavier Hernández Creus, el actual entrenador del Al-Sadd de Catar, podría llegar al banquillo de los “blaugranas” tras los remesones de un proceso electoral. Xavi quiere a Cruyff como gerente deportivo y esto podría concretarse tras los comicios que deberán programarse para el verano del 2021, entre el 15 de marzo y el 15 de junio.
No contentos con la puerta de salida abierta para Cruyff, que ha sido comidilla de la opinión pública durante meses, la contratación de Manuel Pellegrini por el Betis ahora pone una piola a Antonio Cordón, el gerente deportivo de la Federación, quien podría embarcarse a este apetitoso plan en Sevilla. Esto le ha quitado seriedad a un proyecto que parecía serio, o al menos eso sugerían las rimbombantes presentaciones, como aquella del 13 de enero de este año que, a decir del directorio de la Federación, costó USD 200.000 entre dos agencias de publicidad.
También es cierto que el posible retorno de los españoles a trabajar en su país causará más enojo que pena en Ecuador. Su gestión es una incertidumbre, no han sido probados en competencia, y a esta altura, en circunstancias normales, ellos debían haber devengando su millonario salario con dos fechas de Clasificatorias al Mundial y la Copa América. Es decir, su partida no provocará una multitudinaria marcha como la que se dio en mayo del 2001 cuando Hernán Darío Gómez renunció tras ser baleado en Guayaquil, ni tampoco inspirará a Damiano para escribirles una canción.
El coronavirus, la fragilidad dirigencial de Francisco Egas, la situación económica del país, la distancia entre Europa y América en el contexto de la emergencia sanitaria nos harían comprender fácil una posible devolución de nuestros “generales” españoles. Sin embargo, la Federación deberá lamentar que esto ocurra, que el proceso se interrumpa de manera abrupta, que el fútbol ecuatoriano sufra las consecuencias de este posible corte; dicho de esta forma, estamos muy lejos de comernos la pastilla edulcorada de “sentirnos orgullos como ecuatorianos de que el F.C. Barcelona se fije en nuestro director técnico para su proyecto deportivo”, a otro perro con ese hueso. Sería una decisión lamentable y nos obligará a blindarnos para un futuro en el caso de negociar cláusulas que nos dejan sin el pan ni el pedazo.